Peregrino que vas a Roma para el Jubileo, si tu bolsillo no te permite pagar cifras astronómicas por sentarte en un restaurante turístico, y si además quieres aprovechar el tiempo para visitar la ciudad, aléjate de los sitios convencionales y apuesta por la comida callejera.
Descubrirás un universo de sabores únicos, y en realidad, tu experiencia estará mucho más arraigada en la historia milenaria de Roma de lo que imaginas.
La comida callejera en el Imperio Romano
Seguramente, la venta de comida para comer por la calle es tan antigua como la misma humanidad, pero los antiguos romanos elevaron este arte al Olimpo de los dioses. Ellos, como muestra el De Re Coquinaria de Apicius, convirtieron la gastronomía en un arte excelso y refinado.
Además, los romanos construyeron edificios populares de varios pisos sin cocinas para evitar incendios. Así que, a no ser que uno fuera rico y tuviera su propia mansión y su cocinero, tenía que comprar la comida cada día para llevar a casa o para consumir fuera, en las thermopolia (tipo de bar donde acudía el ciudadano corriente), en las popinae (más bien tugurios de baja estofa) o en las cauponae (antecedente de las posadas, ofrecían alojamiento además de comida).
Un breve paseo por el yacimiento arqueológico de Pompeya puede dar una idea de la dimensión del comercio de comida: el último hallazgo de un thermopolium (en la ciudad hay más de ochenta) casi intacto se anunció al mundo en diciembre de 2020: aún tenía restos de alimentos en sus ollas y vasijas.
La producción de alimentos también alcanzó dimensiones industriales. Por ejemplo, el garum, la salsa favorita de los romanos, se producía en Hispania y se transportaba por tierra y mar a todo lo largo y ancho del Imperio.
Caminar comiendo: todo para el peregrino
Durante dos milenios, Roma siguió siendo centro del mundo cristiano aún cuando el Imperio hubiera dejado de existir. Y no dejó en ningún momento de recibir peregrinos de todo el mundo, necesitados de alojamiento y comida, especialmente en los alrededores de la Basílica de San Pedro.
Ayer como hoy, después de un día de peregrinación, no hay mejor manera de recuperar energías que con la deliciosa comida callejera de Roma. Aquí te presentamos algunos de los imperdibles:
- Pizza al Taglio
La pizza al taglio, o pizza a porción, es una institución en Roma. Se vende por peso y ofrece una variedad infinita de toppings, desde los clásicos como margherita hasta combinaciones más innovadoras con ingredientes frescos de temporada.
- Supplì
Estos deliciosos bocados de arroz frito, rellenos de salsa de carne y mozzarella, son crujientes por fuera y blandos por dentro. Se encuentran sobre todo en las Pizzerie al taglio, que salpican profusamente la ciudad. Perfectas para un tentempié mientras se explora la ciudad.
- Del tramezzino al Trapizzino
Todo el mundo conoce el tramezzino, un bocadillo triangular compuesto por dos lonchas de pan de molde – sin corteza – y relleno de mayonesa, lonchas de carne o verduras. A este delicioso finger food se ha unido recientemente el trapizzino, un triángulo de masa de pizza relleno. Algunos lo adornan con ensaladilla rusa, otros con pollo y verduras y los más atrevidos con albóndigas en salsa.
- Helado
No se puede terminar una visita a Roma sin degustar un helado artesanal. Con innumerables heladerías repartidas por la ciudad, podrá disfrutar de los sabores clásicos de la nata, o atreverse con combinaciones más atrevidas. Usted elige.
- Carciofi alla Giudia
Este plato tradicional de la comunidad judía de Roma consiste en alcachofas fritas hasta que están crujientes y doradas. Es una especialidad imprescindible en el barrio judío de Roma, conocido como el Gueto.
Roma es una ciudad donde la historia y la fe se entrelazan a cada paso. Las cuatro basílicas principales son testigos mudos de siglos de devoción y arte, y la comida callejera de la ciudad ofrece una experiencia sensorial inolvidable. Esperamos que este artículo te inspire para descubrir Roma y experimentar su riqueza espiritual y culinaria.
