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La Puerta Santa: El significado de cruzar el umbral

La Puerta Santa en la Basílica de San Pedro se abre cada 25 años ReoromART - Shutterstock
La Puerta Santa en la Basílica de San Pedro se abre cada 25 años ReoromART - Shutterstock

El próximo 24 de diciembre, el Papa Francisco inaugurará el Jubileo 2025 con uno de los ritos más esperados: la apertura de la Puerta Santa. Este acto, cargado de simbolismo, tiene raíces profundas en la tradición cristiana y establece una conexión fascinante con prácticas espirituales y culturales de otras religiones.

Más allá de su dimensión teológica (Jesús de Nazaret mismo se consideraba como “la puerta”), la Puerta Santa representa para todos una invitación a reflexionar sobre el concepto de trascendencia, renovación y acceso a lo sagrado, valores universales que resuenan en diversas tradiciones religiosas.

La tradición de la Puerta Santa en el cristianismo

La Puerta Santa, también conocida como «Puerta del Perdón,» se abrirá en las cuatro principales basílicas papales de Roma: San Pedro, San Juan de Letrán, San Pablo Extramuros y Santa María la Mayor. En realidad, existe una “puerta santa” en cada catedral del mundo, y aunque la tradición es peregrinar a Roma, se puede celebrar el Jubileo en cualquier punto del globo con la misma validez.

Estas puertas, habitualmente selladas y sólo abiertas durante los Años Santos (celebrados cada 25 años, salvo Jubileos extraordinarios), son más que un acceso físico: representan un tránsito espiritual. Cruzarlas simboliza el acto de dejar atrás el pecado y entrar en un estado de gracia renovada.

El rito actual de la apertura de la Puerta Santa, en el que el Papa utiliza un martillo ceremonial para derribar el muro que la sella, data del siglo XV, aunque la práctica misma tiene raíces más antiguas. Fue el Papa Martín V quien en 1423 institucionalizó esta tradición durante el Jubileo de ese año.

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Puertas en otras tradiciones religiosas

La simbología de la puerta como punto de conexión entre el mundo terrenal y el divino tiene antecedentes más allá del cristianismo. En diversas religiones, las puertas y portales simbolizan la transición entre lo profano y lo sagrado, lo terrenal y lo divino. El paso de una dimensión a otra aparece una y otra vez en las tradiciones y relatos mitológicos.

Pero la tradición de la Puerta Santa cristiana tiene un antecedente físicamente muy concreto: La Puerta Dorada de Jerusalén. Este imponente acceso, situado en el lado este de la Ciudad Vieja, ha sido durante siglos un lugar de profunda importancia espiritual, pues es la única puerta por donde se accedía directamente al recinto sagrado del Templo. De acuerdo con la tradición judía, la puerta se llama «La Puerta de la Misericordia» (Sha’ar HaRakhamim), y se considera que es el lugar por el que entrará el Mesías al final de los días.

El cristianismo heredó este simbolismo mesiánico, atribuyendo a la Puerta Dorada un papel crucial en la historia de Jesús. Según los Evangelios, Jesús habría entrado a Jerusalén por esta puerta en su entrada triunfal, celebrada por los cristianos en el Domingo de Ramos. En el Islam, esta puerta también tiene relevancia; se cree que será el punto por donde se manifestará el Juicio Final.

En otras tradiciones religiosas, como el hinduismo y el budismo, las puertas y umbrales también poseen un simbolismo significativo. En los templos hindúes, cruzar la entrada representa la transición de un espacio mundano a un espacio divino. En el budismo, los portales ornamentados en monasterios y stupas marcan el camino hacia la iluminación. Estos elementos arquitectónicos, comunes a tantas culturas, revelan una búsqueda compartida de lo trascendental.

Un símbolo universal

Lo que une a estas tradiciones es la idea de la puerta como lugar de transformación. Cruzarla implica un cambio de estado: una purificación, un renacimiento, o el inicio de un nuevo camino espiritual. En este sentido, la Puerta Santa del cristianismo no es un símbolo aislado, sino parte de un imaginario global que conecta a los seres humanos con lo sagrado y lo eterno.

La relación con la Puerta Dorada de Jerusalén subraya esta continuidad simbólica. Aunque la Puerta Santa es un rito cristiano relativamente reciente, el simbolismo subyacente remonta a una tradición milenaria. Incluso para quienes no profesan una fe específica, la idea de un portal que invita a la introspección y a la renovación personal tiene un atractivo universal.

El Jubileo 2025: una nueva oportunidad

La próxima apertura de la Puerta Santa se enmarca en el Jubileo 2025, un evento esperado con entusiasmo no sólo por la comunidad católica, sino también por peregrinos de todo el mundo que ven en este momento una oportunidad para el encuentro, el perdón y la reconciliación. Este Año Santo, cuyo lema es «Peregrinos de la Esperanza,» buscará inspirar a millones a reflexionar sobre sus propias vidas y sus relaciones con los demás y con lo trascendente.

La ceremonia de apertura, presidida por el Papa en la Basílica de San Pedro, incluirá oraciones, cánticos y un solemne llamado al arrepentimiento y la conversión. Sin embargo, su significado trasciende el acto litúrgico: es un recordatorio de la posibilidad de empezar de nuevo, de abrirse a lo desconocido y de encontrar sentido en el viaje espiritual, cualquiera que sea su forma. Es también un recordatorio de que, en nuestra diversidad cultural y espiritual, compartimos una búsqueda común de lo sagrado, de lo eterno, y de la posibilidad de redención.

En la inauguración del Jubileo, cuando los golpes del martillo resuenen en la Basílica de San Pedro, no sólo se abrirá una puerta física. Se abrirá también un camino simbólico hacia la esperanza, el perdón y el cambio, recordándonos que, en el fondo, cada hombre es peregrino en busca de algo más grande que él mismo.

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Entrada también disponible en: English Italiano

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