El Botafumeiro de Santiago de Compostela es uno de los elementos emblemáticos de la Catedral de Santiago, cuya historia y uso se remontan al menos a diez siglos atrás -según algunas fuentes-. Este incensario gigante es una maravilla técnica y artística, y un símbolo de la espiritualidad compostelana.
La historia del Botafumeiro
La tradición afirma que el botafumeiro se utilizó por primera vez en el siglo XI, cuando las peregrinaciones a Santiago de Compostela se hicieron habituales tras el descubrimiento de la tumba del Apóstol. Se cree que para entonces ya se utilizaba un botafumeiro, aunque el primer incensario del que se tienen pruebas concretas data del siglo XIV.
La necesidad de un incensario tan grande surgió de la enorme afluencia de peregrinos, que hacía necesario purificar (y perfumar) el aire del interior de la catedral.
A lo largo de los siglos, el incensario ha sido sustituido varias veces. De hecho, el botafumeiro actual data de 1851, y fue realizado por el orfebre José Losada. Este incensario de latón plateado sustituyó a uno anterior de plata maciza que fue robado por las tropas napoleónicas en 1809, durante la Guerra de la Independencia española.
Y aunque el diseño del Botafumeiro ha variado con el tiempo, siempre ha mantenido su imponente tamaño y su funcionalidad ritual.
¿Qué es el Botafumeiro?
El botafumeiro es un incensario monumental que pesa aproximadamente 80 kilos cuando está vacío y más de 100 kilos cuando está lleno de carbón e incienso. Durante las ceremonias, se suspende del techo de la catedral mediante un complejo sistema de poleas.
Cuando se pone en movimiento, puede alcanzar velocidades de hasta 70 kilómetros por hora y atravesar el crucero de la catedral en amplios (y algo aterradores) vaivenes. Los hombres que lo manejan, conocidos como tiraboleiros, necesitan gran habilidad y fuerza para mantener el artefacto bajo control.
El incienso en la liturgia
El botafumeiro no es una excentricidad del Camino de Santiago. El uso del incienso en la liturgia cristiana tiene raíces profundas, que se remontan a prácticas que se encuentran en la Biblia hebrea. En el Templo de Jerusalén, el incienso formaba parte de las ofrendas diarias a Dios.
Había varios tipos de ofrendas: holocaustos, ofrendas de grano, ofrendas de paz, ofrendas por el pecado y ofrendas por la culpa. Entre ellas, la ofrenda de incienso ocupaba un lugar especial porque su agradable fragancia se consideraba una forma de comunicación espiritual con Dios. El incienso se quemaba en un altar específico frente al Lugar Santísimo, simbolizando las oraciones del pueblo que ascendían al cielo.
El incienso desempeña un papel importante en la liturgia cristiana. Se utiliza para bendecir y purificar el altar, los Evangelios y a los fieles. El uso del incienso en la Misa simboliza tanto la presencia divina (como en las columnas bíblicas de fuego y nubes) como las oraciones de la comunidad elevadas a Dios (como en el Templo de Jerusalén).
Obviamente, el impresionante tamaño y movimiento del botafumeiro llevan este simbolismo a otro nivel, ofreciendo una experiencia que pone a los peregrinos en contacto con una tradición milenaria.
Pero el Botafumeiro de Santiago de Compostela no es sólo un objeto litúrgico. Es un testimonio vivo de la cultura de Galicia. A lo largo de los siglos, ha sido testigo de innumerables ceremonias y peregrinaciones, sirviendo de puente entre el pasado y el presente.
Imagen de Yandry Fernández Perdomo en Cathopic