La tradición bíblica cristiana afirma que San Andrés fue uno de los primeros discípulos de Jesús de Nazaret. Nacido en la ciudad de Betsaida, Andrés era pescador y trabajaba junto a su hermano Simón Pedro.
El Evangelio de Juan cuenta que Andrés había sido discípulo de Juan el Bautista. Se dice que, al conocer a Jesús de Nazaret, Andrés lo reconoció inmediatamente como el Mesías, y que fue él quien presentó a Jesús a su hermano Pedro, en un gesto trascendental que inauguraría la futura iglesia cristiana.
Según la tradición, tras la resurrección y ascensión de Cristo, Andrés viajó mucho para predicar el Evangelio. Se dice que sus viajes misioneros le llevaron a Grecia, Asia Menor y posiblemente incluso Escitia (la actual Ucrania y el sur de Rusia), lo que le valió el título de Protocleta, o «el Primer Llamado», en el cristianismo ortodoxo.
La parte más conocida de la historia de San Andrés es su crucifixión. Según la tradición, Andrés fue martirizado en la ciudad griega de Patras. Al negarse a adorar a otros dioses, fue condenado a ser crucificado, pero pidió no ser clavado en una cruz tradicional, pues se consideraba indigno de morir de la misma manera que Cristo – un gesto que se repite en todo el Martirologio Romano, y que también se ha atribuido al hermano de Andrés, Pedro –.
En su lugar, fue atado a una cruz en forma de X. Esta cruz en forma de X pasó a conocerse como la crux decussata, la cruz de San Andrés, símbolo perdurable de su martirio.
Su muerte, según algunos relatos, tuvo lugar hacia el año 60 de la era cristiana, marcando el inicio de su legado en toda la cristiandad. San Andrés se convirtió en patrón de varios países, entre ellos Escocia. Allí, el Saltire se considera un signo divino que contribuyó a forjar la historia escocesa.
Cruces y banderas
Las cruces han sido durante mucho tiempo potentes símbolos en las banderas nacionales, pues representan la fe, la victoria y la identidad. Entre los estilos más famosos están la cruz escandinava, presente en las banderas de Suecia, Dinamarca y Noruega, y la cruz escocesa, que forma parte de la Union Jack. Estas cruces representan la herencia cristiana, la unidad nacional y tradiciones muy arraigadas, cada una con su propia historia.

La bandera escocesa, el Saltire, tiene una cruz diagonal blanca sobre fondo azul: la cruz de San Andrés, patrón del país. Pero, ¿cómo llegó este pescador galileo a ser tan importante para Escocia? La leyenda lo relaciona directamente con una prodigiosa visión divina – muy similar a la experiencia del emperador romano Constantino.
En el año 832 d.C., durante una feroz batalla entre los pictos y los anglos, el rey Óengus II (líder de los pictos) rezó por la victoria, invocando la intercesión de San Andrés. En la mañana de la batalla, apareció en el cielo un aspa blanca que se asemejaba a la cruz en la que fue crucificado San Andrés. Óengus creyó que era una señal del favor divino y condujo a sus tropas a la victoria.
Este acontecimiento guarda sorprendentes similitudes con la visión de Constantino del Chi Rho, un símbolo cristiano primitivo formado por las dos primeras letras griegas de «Cristo», Chi (X) y Rho (P). La tradición afirma que, en el año 312 de la era cristiana, Constantino vio el Chi Rho en el cielo antes de la batalla del Puente Milvio, acompañado de las palabras: «Con este signo vencerás». Esta visión convenció a Constantino de que el cielo se ponía de su parte, lo que condujo a su triunfo y a la posterior cristianización del Imperio Romano.
Al igual que la experiencia de Constantino, la visión del rey Óengus transformó el paisaje espiritual y político de Escocia. San Andrés fue declarado patrón del país, y su cruz se convirtió en su símbolo eterno. El Saltire, al igual que el Chi Rho de Constantino, significa no sólo una victoria en la batalla, sino también la profunda imbricación entre fe y nación.
Hoy, la bandera recuerda las raíces cristianas de Escocia y el legado de su santo patrón, un símbolo de la providencia divina y la unidad nacional, transmitida a través de los siglos.