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Los Cuentos de Canterbury: Peregrinación en la literatura medieval

Peregrinación a Canterbury Dominio Público
Peregrinación a Canterbury Dominio Público

“Las suaves lluvias de abril han penetrado hasta lo más profundo de la sequía de marzo y empapado todos los vasos con la humedad suficiente para engendrar la flor; el delicado aliento de Céfiro ha avivado en los bosques y campos los tiernos retoños y el joven sol ha recorrido la mitad de su camino en el signo de Aries; las avecillas, que duermen toda la noche con los ojos abiertos, han comenzado a trinar, pues la Naturaleza les despierta los instintos. En esta época la gente siente el ansia de peregrinar, y los piadosos viajeros desean visitar tierras y distantes santuarios en países extranjeros; especialmente desde los lugares más recónditos de los condados ingleses llegan a Canterbury para visitar al bienaventurado y santo mártir que les ayudó cuando estaban enfermos.

Un día, por aquellas fechas del año, a la posada de «El Tabardo», de Southwark, en donde me alojaba dispuesto a emprender mi devota peregrinación a Canterbury, llegó al anochecer un grupo de veintinueve personas. Pertenecían a diversos estamentos, se habían reunido por casualidad e iban de camino hacia Canterbury”.

Así comienza la obra literaria más importante de la Edad Media inglesa, y la primera que conocemos escrita en inglés vernáculo. Es obra del poeta Geoffrey Chaucer, y está datada entre 1380 y 1400. Se considera, además de una obra cumbre de la literatura universal, también un retrato fascinante de la sociedad de la época.

La historia se desarrolla en torno a un grupo de unos treinta peregrinos que viajan desde Londres hasta la catedral de Canterbury. Coinciden en la posada Tabard en Southwark, y el posadero les propone un concurso: cada peregrino contará historias y, al final del viaje, se elegirá la mejor. Aunque Chaucer planeaba escribir 120 relatos, solo completó 24, pero estos fueron suficientes para consolidar la obra como un hito literario.

Asesinato de Thomas Becket
Primera representación conocida del asesinato de Tomás Becket en la catedral de Canterbury

Los cuentos son sumamente variados en estilo y temática. Algunos, como “El cuento del caballero”, son relatos épicos y caballerescos, mientras que otros, como “El cuento del molinero”, destacan por su tono humorístico y a veces picante.

También hay fábulas, alegorías religiosas y sátiras que reflejan la diversidad social del siglo XIV: nobles, clérigos, campesinos, comerciantes y pícaros conviven en estas páginas con sus virtudes y defectos.

¿Por qué Canterbury era un lugar de peregrinación?

La elección de Canterbury como destino no es casual. Desde el siglo XII, la catedral de Canterbury se convirtió en uno de los centros de peregrinación más importantes de Inglaterra debido a la figura de Tomás Becket.

Becket, arzobispo de Canterbury, fue asesinado en 1170 en la propia catedral por orden (directa o indirecta) del rey Enrique II, con quien había tenido fuertes disputas sobre la autoridad eclesiástica. El asesinato de Becket conmocionó a toda la cristiandad, pues era una figura considerada heroica, y había sido asesinada en un lugar sagrado. El propio rey peregrinó hasta su tumba en gesto de arrepentimiento por lo sucedido.

En 1173, apenas tres años después de su muerte, el papa Alejandro III lo canonizó como mártir de la fe. Su tumba en Canterbury se convirtió rápidamente en un destino de peregrinación, con miles de fieles acudiendo en busca de milagros y curaciones. Se decía que su sangre tenía propiedades curativas y que sus reliquias obraban prodigios, lo que contribuyó a su culto masivo, dentro y fuera de Inglaterra.

En tiempos de Chaucer, viajar a Canterbury era una práctica común, tanto por devoción religiosa como por el atractivo social de la peregrinación. La ruta ofrecía oportunidades de convivencia, comercio y entretenimiento, algo que Chaucer captura brillantemente en su obra.

Canterbury Cathedral

La importancia de los Cuentos en la literatura inglesa y universal

Los Cuentos de Canterbury son fundamentales en la literatura inglesa, pero también marcan un punto de inflexión en la narrativa occidental. Hasta entonces, la literatura europea estaba dominada por el latín y el francés normando. Chaucer, sin embargo, optó por escribir en inglés medio, ayudando a consolidar la lengua como un vehículo literario válido y prestigioso.

Además de su valor lingüístico, la obra es una joya en términos de técnica narrativa. Chaucer emplea el “marco narrativo”, un recurso que también se utilizó en obras clásicas como “El Decamerón” de Boccaccio o “El Conde Lucanor” del Príncipe de Villena. La diversidad de voces y géneros dentro de la obra la convierte en un testimonio excepcional de la cultura medieval y en un espejo de la sociedad de su tiempo.

La influencia de Chaucer es innegable. Autores como Shakespeare, Dryden e incluso T.S. Eliot han bebido de su estilo y sus temas. Más allá de su valor histórico, “Los Cuentos de Canterbury” siguen siendo una lectura vibrante, capaz de atrapar al lector contemporáneo con su humor, ironía y profundidad.

A través de sus personajes y sus historias, Chaucer nos transporta a una época lejana, pero con preocupaciones, sueños y contradicciones sorprendentemente cercanas. En sus páginas resuena la voz de una Inglaterra en transformación, en la que la literatura, como la peregrinación, es un viaje sin final.

 

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