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Vista del recinto arqueológico maya de Uxmal en Yucatán, México ahau1969 - Shutterstock

La Ruta Puuc: un viaje entre colinas, dioses y portales sagrados

En el corazón del estado de Yucatán (México), un conjunto arqueológico de ciudades mayas emerge entre colinas suaves y vegetación baja: Uxmal, Kabah, Sayil, Xlapak y Labná. Conocidas colectivamente como la Ruta Puuc – palabra que en lengua maya significa «colina» o «cerro» –, estas antiguas urbes no solo fueron centros políticos y artísticos del Período Clásico Maya, sino también escenarios de peregrinaciones sagradas.

Hoy es posible recorrer la Ruta Puuc. Y ofrece mucho más que una lección de arqueología: es entrar en un paisaje cargado de significados, donde la piedra guarda plegarias ancestrales que aún hoy conectan con los pueblos de esta parte del país.

El itinerario ritual de los antiguos mayas

Para los antiguos mayas, el viaje era una forma de ritual. Los caminos ceremoniales, llamados sacbés («camino blanco»), conectaban ciudades y santuarios. Transitar por ellos era una manera de entrar en comunicación con lo divino.

En concreto, la Ruta Puuc era una de estas rutas sagradas, y no sólo era importante para el comercio o la administración: era un circuito espiritual, donde cada ciudad representaba una etapa en el camino del conocimiento, la fertilidad o el renacimiento.

Uxmal: La ciudad de los iniciados

Primera parada del viajero moderno y también de los antiguos peregrinos, Uxmal fue el gran centro espiritual de la región. Su Pirámide del Adivino, construida según la leyenda por un misterioso enano nacido de un huevo, se alza como una escalinata hacia el misterio. En su base, el Cuadrángulo de las Monjas se identifica con un posible recinto de formación para sacerdotes, astrónomos y curanderos.

El Palacio del Gobernador, orientado con precisión hacia el punto de salida de Venus, revela una cosmovisión que unía lo político con lo celeste. Hoy, quienes visitan Uxmal al amanecer o al atardecer pueden sentir esa atmósfera especial, participar en una ceremonia tradicional en Choco-Story o simplemente contemplar el horizonte desde lo alto es acercarse, aunque sea brevemente, al mundo interior de los antiguos sabios.

De Uxmal a Kabah: Entre colinas sagradas

El camino que une Uxmal con Kabah, visible aún en partes, fue una vía de comunicación espiritual. En una región sin ríos ni cenotes superficiales, los mayas dependían absolutamente de la lluvia. Por eso, este trayecto no era solo geográfico, sino también un viaje en busca del agua, considerada don sagrado.

Sitio arqueologico de Kabah
Kabah, sitio arqueológico maya, Ruta Puuc, Yucatán, México
Kabah: El rostro de la lluvia

En Kabah, el Palacio de los Mascarones ofrece una de las visiones más impactantes de la Ruta: más de 250 rostros de Chaac, dios de la lluvia, esculpidos en piedra. Aún hoy, caminar frente a estas máscaras ayuda a conectar con la poderosa invocación de los mayas por el agua y la vida.

Sayil y Xlapak: Templos de lo cotidiano sacralizado

Las siguientes paradas, Sayil y Xlapak, muestran una espiritualidad integrada a la vida diaria. Sus palacios, menos monumentales pero igualmente simbólicos, conservan decoraciones que remiten tanto a la fertilidad como al orden doméstico. Columnas que recuerdan chozas, grecas serpentinas, y la omnipresencia de Chaac sugieren que estas ciudades fueron santuarios habitados, donde lo sagrado se manifestaba en lo cotidiano.

Labná: El arco hacia otro mundo

La ruta culmina en Labná, cuyo famoso arco ceremonial no era simplemente una puerta: era un portal simbólico. En la cosmovisión maya, atravesar un arco como este significaba pasar a otra etapa del mundo o del alma. Hoy, el viajero que cruza bajo ese mismo arco está, aunque no lo sepa, replicando un gesto sagrado, un tránsito ritual entre mundos.

Lo que el viajero ve (y no siempre comprende)

detail of the reliefs and large masks of the god Chaac of the temple of the big Mayan pyramid in the archaeological Uxmal enclosure in yucatan, Mexico
Relieves y grandes mascarones del dios Chaac del templo de la gran pirámide maya de Uxmal

Quien recorre la Ruta Puuc hoy se encuentra con más que arquitectura: se encuentra con mensajes simbólicos. Por ejemplo, los numerosos mascarones de Chaac representan una súplica esculpida por la lluvia y la fertilidad, recordándonos cuán crucial era el agua para estas comunidades. Los arcos ceremoniales, como el de Labná, simbolizan el paso hacia otro plano de existencia: un umbral entre el mundo material y el espiritual.

Las serpientes entrelazadas en los frisos evocan la energía vital y los ciclos de renacimiento, aludiendo tanto al agua como al dios Kukulkán. Las columnas de piedra que imitan paredes de choza hablan de la sacralización del hogar, de cómo lo cotidiano estaba impregnado de significado cósmico. Por último, las alineaciones astronómicas de muchos edificios con eventos como la salida de Venus nos revelan cómo el tiempo y el cosmos regían la vida espiritual maya.

Espiritualidad viva

Las ceremonias ancestrales como el Ch’a Cháak, aún practicadas por comunidades mayas para pedir lluvia, dan continuidad a este legado. Hoy, muchos turistas participan en ceremonias con chamanes, especialmente en espacios como Choco-Story o durante fechas clave como los equinoccios.

Visitar la Ruta Puuc es revivir esta peregrinación ancestral. Cada ciudad es una etapa, cada fachada un código, cada escalinata un ascenso simbólico. El turista de hoy, aunque venga con una guía en mano, está siguiendo los pasos de antiguos caminantes sagrados. La Ruta Puuc no es una ruina: es un eco vivo. Un viaje por el alma de una civilización que, en silencio, sigue hablando.

 

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