En las mesas maltesas, el pan ocupa un lugar de honor. Italia es famosa por sus pizzas: la inigualable napolitana o la crujiente pinsa romana. Francia, por sus sabrosas baguettes. Pero la tradición panadera de Malta ha elevado la elaboración de este alimento básico a la categoría de arte y símbolo de identidad local, resumiendo la historia del propio archipiélago en cada humilde y sabroso trozo de pan.
Hobza y ftira, nuestros panes cotidianos
El hobza es el pan maltés por excelencia. Se caracteriza por su corteza crujiente y dorada y su interior suave y esponjoso. Este pan rústico, que recuerda al pan casero, se elabora con ingredientes sencillos y sanos: harina, agua, levadura y sal. No se necesita nada más. Su sabor y textura lo hacen ideal para degustarlo solo, o con otros platos locales -especialmente con kapunata maltesa-.
Pero si la hobza puede considerarse el pan cotidiano maltés, la ftira puede ser un manjar más complejo. Este híbrido maltés de pizza-focaccia-bagel, cocido en hornos de leña, tiene forma redonda y plana y se rellena con una variedad de ingredientes locales como tomates, aceitunas, atún, cebollas, alcaparras -y, ocasionalmente, hojas de menta-. La ftira es una verdadera experiencia culinaria que reúne la creatividad, los sabores y la riqueza de los territorios malteses hasta el punto de haber sido propuesta como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad por la UNESCO, un reconocimiento a su papel fundamental en la vida cotidiana de la isla.
Los ingredientes marcan la diferencia
La base del pan maltés es el uso de ingredientes locales sencillos y de alta calidad. La harina local de trigo duro molida a la piedra preserva el sabor auténtico de estos panes y les confiere su característica textura rústica. El agua de fuentes locales añade el toque final necesario, convirtiendo cada hogaza en una celebración de las tradiciones locales.
La levadura natural, a menudo transmitida de generación en generación, es el elemento clave que da vida a la masa, contribuyendo no sólo al aroma característico del pan maltés, sino también a su ligereza. Una pizca de sal marina y a veces algunas semillas o hierbas completan la receta, realzando la variedad de sabores típicos del paisaje maltés.
La magia está en el proceso
Los ingredientes son fundamentales, pero gran parte de la magia se encuentra en las manos de los panaderos, que trabajan cuidadosamente la masa para hacerla suave, elástica y homogénea. La fermentación, uno de los momentos más delicados del proceso, debe realizarse en un ambiente cálido y húmedo, donde la levadura natural hace que la masa crezca lentamente, dándole la textura adecuada.
Después viene el moldeado de la hobza y la ftira: cada hogaza se moldea cuidadosamente, dándole las formas tradicionales que todo el mundo reconoce en Malta. La etapa final, la cocción, tiene lugar en hornos tradicionales de leña. Las altas temperaturas dan como resultado un pan con una corteza crujiente y bien dorada, mientras que el interior permanece blando, esponjoso y ligero. El aroma que emana de los hornos es realmente tonificante, y en muchos lugares es habitual ver a familias que llevan sus platos a cocer a los hornos locales los domingos, manteniendo viva una tradición centenaria. Es una costumbre que refuerza el sentido de comunidad y celebra el valor del pan como símbolo de compartir.
Los graneros de los Caballeros de San Juan
Los Caballeros de San Juan, que llegaron a Malta hacia 1530, construyeron graneros subterráneos en la capital para almacenar las reservas de grano, conscientes de la importancia del pan para la supervivencia de la población. Esto resultó especialmente útil durante el Gran Asedio de 1565, cuando el Imperio Otomano, dirigido por el mismísimo Solimán el Magnífico, intentó conquistar Malta, y fracasó estrepitosamente. Estos graneros fueron abandonados en 1962, tras ser utilizados de nuevo durante la Segunda Guerra Mundial.
La fiesta de Casal Fornaro
Ħal Qormi, un pueblo del interior de Malta, se hizo famoso como Casal Fornaro («el pueblo del panadero»), un lugar donde floreció el arte de la panadería.
Aún hoy, Ħal Qormi mantiene vivo su legado a través del Festival Casal Fornaro, un acontecimiento anual que celebra la tradición panadera de la isla a finales de septiembre. Durante el festival, los visitantes pueden asistir a showrooms de elaboración del pan en antiguos hornos y descubrir de primera mano los secretos de este arte.
Durante tu visita a Malta, deléitate con una rebanada de hobza o una ftira rellena, y con los sabores que cuentan las historias milenarias de este fascinante archipiélago.