Skip to content Skip to sidebar Skip to footer

Irlanda: Descubre el “camino hobbit” hasta Clonmacnoise

En su camino a Mordor, Frodo y Sam (El Señor de los Anillos) tuvieron que confiar en las manos y los pies de la criatura Gollum para encontrar un paso seguro a través de las Ciénagas de los Muertos. De lo contrario, nunca habrían logrado cruzar esa tétrica zona pantanosa y destruir el Anillo.

¿Podría haberse inspirado J.R.R. Tolkien en los eskers que utilizaban los peregrinos medievales para salvar los humedales y las ciénagas en el norte de Europa? Imposible saberlo, aunque la imagen es, desde luego, sugerente.

Un “camino” creado por el hielo

Un esker es una formación característica de la última Edad de Hielo: se trata de acumulaciones de arena y grava arrastradas por los ríos glaciares, formando cordones o crestas de una cierta longitud. Se los encuentra en la península escandinava, en las Islas Británicas, en Islandia y en Norteamérica. De hecho, la misma palabra procede del antiguo gaélico (eiscir).

esker
Dibujo de un esker

A falta de calzadas romanas, los esker del Norte constituyeron durante siglos los caminos seguros para los peregrinos y viajantes, y sobre ellos se han trazado muchas carreteras modernas. En Europa son muy conocidos el Uppsalaåsen, de 250 km de longitud, y el Badelundaåsen, con más de 300 km, desde Nyköping hasta el lago Siljan.

En Irlanda destaca el Esker Riada, un sistema de esker que cruzaba la isla de este a oeste, desde Dublín hasta Galway, y que fue durante siglos la arteria principal de comunicación, en un país en el que la lluvia puede bloquear el tránsito y hacerlo impracticable. Su antiguo nombre irlandés lo dice todo: An tSlí Mhór, ‘El Gran Camino’

En un cruce de esta vía natural, en medio de ciénagas inundadas sobre todo en invierno, se encontraba el enclave monástico de Clonmacnoise, centro y corazón de la cristiandad irlandesa y uno de los más importantes de Europa hasta el siglo XII. Para llegar a él, los peregrinos han usado durante más de mil años el esker que salva las zonas pantanosas alrededor del río Shannon.

Clonmacnoise, la “ciudad de los monjes”

Hoy quedan apenas las ruinas de siete iglesias y dos torres circulares, además de las famosísimas cruces celtas por las que se ha hecho conocido mundialmente este lugar. Pero Clonmacnoise fue más que eso: fue durante siglos el corazón palpitante de Irlanda, y un importante centro de poder e influencia.

Esta “ciudad monástica” fue fundada por san Ciarán en el año 548 de nuestra era, en un meandro del río Shannon, entre los antiguos reinos de Connacht y Meath. Los restos de las edificaciones de piedra que hoy pueden visitarse son varios siglos posteriores a la fundación original, y son sólo templos y edificaciones religiosas.

 

Mapa Complejo Clonmacnoise
Mapa del Complejo monástico de Clonmacnoise, en el Visitor’s Centre

 

Pero el Clonmacnoise original era una verdadera ciudad con edificios de madera, graneros, talleres, granjas y una muralla defensiva exterior. En pocos siglos desde su fundación, se convirtió en lugar de producción artesanal y metalúrgica, comercio y bullicio, y en un centro de saber y de difusión intelectual. De sus scriptorium salieron, por ejemplo, los Anales de Tigernach. También se custodia el báculo del abad, una bellísima obra de orfebrería, en el Museo Nacional de Irlanda, en Dublín.

clonmacnoise
Reconstrucción de Clonmacnoise en el siglo X, por Phelim Manning y Aislinn Adams

Ciarán, un monje de origen humilde (su nombre de pila, Ciarán mac an tSaeir (significa literalmente “hijo del carpintero”), sólo vivió 7 meses en su recién fundado monasterio, pues murió a los 33 años. De él dijo san Columba que “Era una lámpara que ardía con la luz de la sabiduría”. Se le considera uno de los doce Apóstoles de Irlanda.

Su fama de santidad pronto se hizo universal, y durante 1500 años y a pesar de las dificultades sufridas durante la dominación inglesa, su tumba, en lo que hoy son los restos de una pequeña iglesia de apenas 10 metros cuadrados, ha sido meta ininterrumpida de peregrinaciones. Incluso después de que los ingleses la saquearan y la redujeran a escombros en 1552.

De hecho, miles de personas siguen acudiendo con motivo del día de san Ciarán (9 de septiembre), y el mismo Papa Juan Pablo II lo hizo durante su visita a Irlanda en 1979.

Monumento Juan Pablo II Clonmacnoise
Monumento dedicado a la visita de Juan Pablo II a Clonmacnoise en 1979

Visitar Clonmacnoise hoy

Los peregrinos que visitan hoy este lugar pueden recorrer, a pie o en bicicleta, los últimos 25 km del antiguo camino de peregrinación por la cresta del Esker Riada, desde la localidad de Ballycumber, pasando por Boher y Doon, perfectamente señalizado.

El antiguo camino, rodeado de pantanos, termina en el mismo Clonmacnoise, donde aún se pueden ver las baldosas de piedra que llevaban hasta el complejo principal.

Camino peregrinos Clonmacnoise
Final del Pilgrim’s Path en Clonmacnoise

Merece la pena dedicar al menos una hora a su Centro de Interpretación, en el que además de interesantes reconstrucciones y detallados mapas, se encuentran los originales de las tres cruces célticas halladas en el lugar: la Cruz de las Escrituras, con escenas del Juicio Final, la Cruz del Norte, con escenas precristianas, y la Cruz del Sur, con la crucifixión de Cristo.

Entre las ruinas, destacan la de la Catedral (año 909), con su puerta dedicada a los santos Domingo, Francisco y Patricio, el templo Finghin con su torre circular, y el templo de san Ciarán, de apenas 3,8 por 2,8 metros, donde la tradición ubica la tumba del santo irlandés.

Sitio monástico de Clonmacnoise

 

Entrada también disponible en: English Italiano

Deje un comentario