Las calles de la India se transforman en un lienzo vibrante cuando llega Holi. El aire se llena de polvos multicolores, las risas resuenan en cada rincón y las diferencias desaparecen en un instante bajo una lluvia de tonos brillantes. Pero Holi no es solo un espectáculo de color y alegría. Detrás de esta festividad se esconde una historia antigua, impregnada de mitología, enseñanzas espirituales y una profunda conexión con la filosofía hindú.
El origen de Holi: Una historia de luz y sombras

Hace mucho tiempo, en una era donde los dioses y los demonios caminaban entre los hombres, gobernaba un rey llamado Hiranyakashipu. Su poder era inmenso y su orgullo aún mayor. Convencido de su divinidad, decretó que nadie en su reino debía venerar a ningún dios que no fuera él. Sin embargo, su propio hijo, Prahlada, desafió su voluntad.
Desde pequeño, Prahlada había sentido una devoción inquebrantable por Vishnu, el protector del universo. Nada ni nadie podía hacer que cambiara su fe, ni siquiera las amenazas de su padre. Hiranyakashipu, enfurecido por la desobediencia del niño, intentó acabar con él de todas las formas posibles. Pero cada intento fracasaba, como si una fuerza superior lo protegiera.
Desesperado, el rey ideó un plan final. Su malvada hermana, Holika, poseía un manto encantado que la hacía inmune al fuego. Si se sentaba con Prahlada en una hoguera, el niño ardería mientras ella saldría ilesa. Así fue como se encendió una gran pira y Holika tomó en su regazo a su sobrino. Pero la justicia divina no se dejó engañar. Cuando las llamas comenzaron a elevarse, el manto voló de los hombros de Holika y cubrió a Prahlada, salvándolo del fuego. Holika, en cambio, quedó consumida por las llamas.
Desde entonces, la víspera de Holi se encienden hogueras en toda la India en un ritual conocido como Holika Dahan, que simboliza la victoria del bien sobre el mal y la purificación de lo negativo.
Krishna y Radha: Los colores del amor
Si la noche de Holika Dahan es un recordatorio de que la justicia tiene la última palabra, el día siguiente de Holi es una explosión de amor y alegría. Este lado de la festividad encuentra su origen en la historia de Krishna y Radha, dos figuras inseparables en la mitología hindú.
Krishna, el dios niño de rostro travieso, nació con la piel azul debido a un envenenamiento que sufrió al nacer. A medida que crecía, comenzó a preocuparse por su aspecto. ¿Cómo podría enamorarse de él Radha, la joven de piel clara y resplandeciente? Su madre, Yashoda, sonrió al escuchar su inquietud y le sugirió una solución inusual:
—Ve y píntala con los colores que desees, y verás que en el amor todos somos iguales.
Siguiendo el consejo de su madre, Krishna tomó polvos de colores y, en un arrebato juguetón, cubrió el rostro de Radha. Ella, en lugar de molestarse, rió y le devolvió la broma. Así nació una tradición que siglos después sigue viva: en Holi, los colores eliminan las diferencias, haciendo que todos sean uno solo.

La filosofía hindú en Holi: Más que una fiesta, una enseñanza espiritual
En la religión hindú, cada celebración es más que un simple ritual: es una expresión de una verdad cósmica. Holi, con su combinación de fuego y color, encarna algunas de las ideas más profundas del hinduismo.
En el corazón de esta filosofía está la concepción del tiempo como un ciclo eterno. El universo no avanza en una línea recta, sino en círculos de creación, destrucción y renacimiento. Holi, que se celebra al final del invierno y el comienzo de la primavera, refleja este principio: es un recordatorio de que todo renace, que lo viejo debe quemarse para dar paso a lo nuevo.
Otro concepto central es maya, la ilusión de las apariencias. En la vida cotidiana, las personas están atrapadas en diferencias superficiales: la casta, el género, la riqueza, el estatus. Pero en Holi, estas barreras se desvanecen. Todos se cubren de los mismos colores, los rostros quedan irreconocibles y por un día, nadie es más que nadie.
Holi también es una manifestación del bhakti, el camino de la devoción. En el hinduismo, uno de los caminos hacia la iluminación es el amor incondicional hacia lo divino, y este amor no tiene por qué ser solemne. Puede ser lúdico, como el juego de Krishna y Radha. Puede ser efusivo, como la danza y la música que inundan las calles en este día. En Holi, cada carcajada es una ofrenda, cada abrazo es una oración.
Pero quizás la enseñanza más importante de Holi sea la del desapego. Durante el festival, la gente se despoja de su identidad habitual. Se viste con ropa que terminará completamente manchada, se deja empapar por los colores y se entrega al caos festivo. Y al final del día, todo desaparece con el agua. Así como los colores se lavan de la piel, los problemas y preocupaciones deben ser dejados atrás. Holi recuerda que nada en la vida es permanente, excepto la alegría del presente.
Holi en la actualidad

Con el paso del tiempo, Holi ha trascendido fronteras. Lo que alguna vez fue una festividad exclusivamente india ahora se celebra en distintas partes del mundo. En ciudades como Londres, Nueva York y Barcelona, festivales de Holi reúnen a personas de todas las culturas en una explosión de música y color. Incluso eventos deportivos y de bienestar, como las carreras de colores (Color Runs), han adoptado su esencia.
A pesar de las adaptaciones modernas, el mensaje de Holi sigue siendo el mismo. En una sociedad que a menudo se rige por divisiones y etiquetas, este festival es un recordatorio de que, al final, cada persona es parte del mismo juego cósmico, iguales en la alegría, el dolor y la búsqueda de felicidad.
La esencia de Holi: Una invitación a la alegría
Cuando cae la tarde y los colores se disuelven, lo que queda no es solo una piel manchada, sino un corazón liviano. Holi enseña a reír, a perdonar, a amar sin miedo. Invita a soltar el pasado y a abrazar el presente con los brazos abiertos.
En la India, durante esta festividad, hay una frase que resuena en cada rincón:
«Bura Na Mano, Holi Hai!» – ¡No te ofendas, es Holi!»
Así que más que una explosión de color, Holi encarna profundas enseñanzas filosóficas sobre la transitoriedad de la vida, la ilusión de las diferencias y la alegría como expresión de devoción.
Sin embargo, su aparente frivolidad suele dar pie a excesos, y en muchos lugares de la India se ha convertido en un pretexto para comportamientos censurables, especialmente contra las mujeres, lo que ha llevado a que sea necesario celebrarlo con precaución.
A pesar de ello, su mensaje esencial de alegría compartida y unidad sigue inspirando a millones en India y en el mundo.