Malta, archipiélago mediterráneo impregnado de tradición religiosa, ofrece una experiencia culinaria única en Semana Santa. La cocina de la isla, intrincadamente entretejida en el calendario litúrgico, revela una profunda conexión entre la fe y la comida.
Con platos y bebidas impregnados de simbolismo y tradición, las mesas maltesas de Semana Santa rebosan de sabores que nutren el cuerpo y el alma.
El preludio cuaresmal de las celebraciones de Pascua comienza con el “Kwareżimal”, un pastelillo sutilmente especiado, salpicado de almendras y ralladura de cítricos.
Esta delicia cuaresmal representa la austeridad de la Cuaresma que precede a la Pascua. A medida que avanza la Semana Santa, aumenta la expectación ante la alegre celebración del Domingo de Resurrección.
La pieza central del banquete del Domingo de Resurrección suele ser un cordero asado, que recuerda a los invitados el cordero sacrificial de Cristo. El aroma del romero y el ajo impregna la tierna carne, creando un plato que habla tanto de celebración como de reflexión sobre el corazón de la historia de Pascua.
No hay mesa de Pascua que se precie sin figolla, una pasta de almendra delicadamente moldeada en forma de símbolos festivos. Conejos, corderos, corazones y cruces se decoran con glaseado de colores, e incluso con un huevo de chocolate. Estos hermosos pasteles sirven tanto de capricho como de recordatorio de la historia cristiana.
Aunque los dulces desempeñan un papel delicioso, los platos salados son igualmente importantes. El Qagħaq tal-Appostli, un pan en forma de anillo relleno de una rica mezcla de espinacas, anchoas, aceitunas y menta, simboliza a los doce apóstoles. Los fuertes sabores de este pan único son un testimonio de las variadas y a menudo difíciles experiencias de quienes siguieron a Jesús.
Las bebidas tradicionales también tienen cabida en las celebraciones maltesas de Pascua. La Imbuljuta tal-Qastan, una bebida caliente a base de castañas aromatizada con cítricos y clavo, es una bebida reconfortante que suele disfrutarse durante las noches más frescas como parte de las prácticas cuaresmales.
La Semana Santa en Malta es una experiencia multisensorial en la que se entrelazan fe, tradición y delicias culinarias. Cada plato y bebida, impregnados de costumbres centenarias, cuentan una historia de resistencia, renovación y profunda alegría que se celebra durante esta estación sagrada. Desde la humilde galleta de Cuaresma hasta el triunfante cordero asado, la cocina maltesa de Pascua refleja un arraigado patrimonio culinario nacido de la fe y del perdurable paso del tiempo.