Recorrer la ruta entre el Puerto de Jaffa (en la actual Tel-Aviv) hasta la puerta de Jaffa en Jerusalén es revivir una experiencia milenaria para las tres grandes religiones abrahámicas. Tanto los judíos que iban al Templo desde el mar, como los cristianos que iban a los Santos Lugares y como los musulmanes que iban a la Mezquita de la Roca, han transitado esta ruta desde hace siglos, a pesar de las vicisitudes de la historia.
Hoy, dos emprendedores, Golan Rice y Yael Tarasiuk, después de una intensa experiencia personal en el Camino de Santiago, están dedicados completamente a la recuperación, señalización y promoción del Camino del Silencio, que es el itinerario que los peregrinos procedentes de todo el mundo conocido llegados por mar utilizaban para llegar a Jerusalén.
La ruta parte desde el antiguo muelle del puerto de Jaffa, y recorre en la primera jornada varios lugares cercanos significativos para el diálogo entre cristianos, judíos y musulmanes en la bella ciudad costera: la sinagoga de los Libios, la iglesia de san Pedro, la Torre del Reloj y la mezquita Siqsiq. Son 28 kilómetros a través de Jaffa, Holon, Rishon LeZion (con su interesante Museo), Beer Yaakov y Ramla.
Es significativa la parada en Sabil Abu Nabut, una de las muchas fuentes que los gobernantes otomanos erigieron a lo largo del camino para servicio de los peregrinos, y que los cristianos bautizaron como “Fuente de Tabitha”, en recuerdo de un milagro de san Pedro. De hecho, esta es una región relevante para los cristianos, pues según los Hechos de los Apóstoles, san Pedro evangelizó personalmente esta región costera (la antigua Lida) antes de partir a Roma.
La segunda jornada (14 km) parte de Ramla, recorriendo sus calles y su antiguo Mercado, admirando bellos edificios antiguos como la Torre Blanca, la Gran Mezquita Umari (antigua iglesia cruzada) y su impresionante Piscina de los Arcos, construida en el siglo VII y navegable.
La tercera jornada (17 km) ofrece un cambio significativo: el peregrino abandona las zonas urbanas y se adentra en la naturaleza, hacia el parque arqueológico de Tel Gezer, en el valle de Ayalón, famoso en la Biblia por ser el lugar donde se detuvo la luna por orden de Josué.
Esta quietud y paz le acompañarán en la siguiente jornada (25 km), atravesando el monasterio de Latrún, donde podrá poner una pequeña piedra en el Monumento a la Tolerancia, hasta llegar a otro importante lugar cristiano: Abu Gosh, la antigua Emaús, y admirar su Monasterio benedictino, así como la Iglesia de Nuestra Señora del Arca de la Alianza. Pues es en este lugar donde estuvo custodiada el Arca antes de que el Rey David decidiera llevarla a Jerusalén.
Merece la pena visitar el Centro Saxum, donde se cruzan el Camino del Silencio y la Ruta de Emaús, y que hoy ofrece al visitante una experiencia interactiva altamente interesante sobre la Jerusalén de los tiempos evangélicos.
La quinta jornada de camino (15 km) le llevará de Abu Gosh, a través de los restos cruzados de la fortaleza del Belmont, a otro bello lugar relacionado con los evangelios cristianos, Ein Karem. Se trata del lugar donde según la tradición María visitó a su prima Isabel, y donde nació y creció Juan el Bautista. La Iglesia de la Visitación y la Iglesia de san Juan el Bautista están erigidas sobre los lugares donde esto sucedió según la tradición. El peregrino podrá beber de la Fuente de María, hoy adosada a una mezquita.
Y desde Ein Karem, el peregrino exulta ya con la Ciudad Santa cercana (12 km). Atraviesa el Bosque de Jerusalén para embocar la calle Jaffa, pasando por el emblemático mercado Machaneh Yehuda, cerca del Monasterio de la Santa Cruz, para acabar en la famosa Puerta de Jaffa, que conecta con el Barrio Cristiano de la Ciudad Vieja. “Allí los peregrinos se despiden al final de su viaje compartido. Unos al Muro de los Lamentos; otros al Santo Sepulcro, y otros a la Mezquita de la Roca. Pero el camino recorrido en mutua compañía, en el encuentro con el otro, habrán preparado su corazón para el encuentro con Dios”.