Hay más de trescientas iglesias dedicadas al Apóstol Santiago en la isla italiana de Sicilia, un dato revelador de una intensa devoción popular. Existe, además, un Camino de Santiago propio, que hoy está oficialmente trazado desde Caltagirone hasta Capizzi.
Considerando el pasado dominio español sobre la isla mayormente a partir del siglo XIV, resultaría lógico pensar que fueron los españoles quienes introdujeron la devoción a su querido patrono. Sin embargo, cuando los aragoneses llegaron a la isla ya encontraron una tradición jacobea fuertemente arraigada: Agrigento, Partinico, Acquedolci, Messina, Licata, Comiso, Capizzi y Castronovo di Sicilia tenían templos dedicados al santo desde hacía siglos.
Indagar sobre las intensas y a la vez curiosas tradiciones jacobeas sicilianas (alguna tan bizarra como la lapidación del gallo) lleva a inesperados descubrimientos. Y es muy curioso que el mundo gamer del siglo XXI haya vuelto, sin saberlo, a encontrar la clave.
El sorprendente Roger
Age of Empires no necesita presentación. Desde 1997, esta serie de videojuegos basados en estrategia ha rebuscado en las asombrosas gestas del pasado para ambientar su narrativa. Y lo interesante es que ha contribuido a desempolvar y a poner en contacto con los jóvenes a grandes figuras olvidadas por las aulas de historia – aunque seguramente no sean conscientes de ello.
Para los fans de Age of Empires II: Lords of the West, el nombre de Roger de Hauteville resultará familiar. La campaña ideada para el juego recrea la conquista de Sicilia, en el siglo XI, por este caballero y aventurero normando a las órdenes de su hermano mayor y señor feudal. Y se trata de un personaje sobre el que vale la pena saber más.
Los Hauteville descendían de los vikingos, y por lo tanto, la pasión por las armas y la aventura eran parte de su legado familiar. Establecerse en Normandía y aceptar el cristianismo estaba lejos de haber apagado ese fuego, y pronto muchos de ellos empezaron a recorrer Europa como aventureros y mercenarios, peregrinos e incluso bandidos. En el caso de Roger, llegó a Italia utilizando la Via Francígena, para unirse a sus hermanos mayores, que habían conquistado con las armas títulos nobiliarios en el sur del país.
Se sabe que Roger era atractivo y bastante alto, pero además inteligente y bien educado, y tenía un carácter alegre y amistoso. Así, al menos, le describe Godofredo de Malaterra, monje benedictino que le acompañó en sus heroicas gestas y que las escribiría para la posteridad en De rebus gestis Rogerii et Roberti Guiscardi.
Liberar Sicilia
El mapa político del sur de Italia no podía ser más complejo en los tiempos de Roger. Por un lado estaban los lombardos y por otro los griegos bizantinos, disputando entre sí y acosados por los sarracenos, que asaltaban sus costas continuamente. En Sicilia había un emirato musulmán, formado por taifas enemistadas. Y para complicar las cosas, estaban las tradicionales tensiones con el Papa de Roma.
Según las crónicas de la época, los primeros normandos llegaron al principio como peregrinos que volvían de Jerusalén o que iban a San Miguel en el Gargano. Pero su fama de guerreros les ofrecía muchas posibilidades de prosperar, al servicio de uno u otro bando, y muchos decidieron quedarse.
En el caso concreto de los hermanos Hauteville, eligieron unirse a los lombardos al principio y ayudarles a expulsar a los griegos. Pero viéndose fuertes, acabaron independizándose, y el Papa Nicolás II, deseando atraerlos a su lado, nombró a Roberto duque de Apulia, de Calabria y… de Sicilia, “por anticipado”.
El nombramiento “profético” del Papa espoleó a Roger a conquistar la isla musulmana para su hermano y para la fe cristiana. Con apenas unos centenares de soldados, se lanzó al asalto en una campaña estilo “David contra Goliat” que finalmente duró 30 años. En ella hubo momentos célebres como las batallas de Cerami, en la que afirma Malaterra que Roger derrotó con cien hombres a un ejército de 15.000 musulmanes, y Misilmeri. Cifras seguramente exageradas, pero los historiadores coinciden en que los normandos eran muy inferiores en número. O la derrota de la flota sarracena de Siracusa, con nuestro héroe saltando de un barco a otro para encontrar a su líder Benavert.
La visión de Santiago
En julio de 1090, ya casi terminada la conquista, los musulmanes desafiaron agónicamente a Roger en Caltagirone. La noche antes de la victoria decisiva, el caballero tuvo una visión del Apóstol Santiago con la espada en la mano. La misma visión del Matamoros que tuvieron Ramiro I y las tropas cristianas en la Batalla de Clavijo en el año 844 en España. Por ella se instituyó el Voto de Santiago, por el que los cristianos se comprometían a peregrinar a Compostela para agradecer la victoria.
Lo mismo sucedió en Sicilia, donde se multiplicaron las iglesias dedicadas al Apóstol. La isla se convirtió en parte del camino a Compostela, como lugar de paso para los peregrinos que venían por mar. Pero también en meta de peregrinación en sí misma, especialmente a los santuarios de Capizzi y Messina.
De Roger cabe destacar un último detalle interesante. En los años finales de su vida se hizo gran amigo de otro gigante de la Edad Media, san Bruno, fundador de los Cartujos. Le concedió terreno para fundar un monasterio en Calabria, la hoy famosísima Certosa di San Bruno. Y el santo le acompañó en su lecho de muerte, poniendo el broche final a una vida extraordinaria.