En el corazón histórico de La Valeta, Malta, y en el marco de la Asamblea General del Camino Europa Compostela, se vivió una velada singular el 24 de mayo de 2025: la presentación en estreno europeo de The Way – My Way, una película profundamente personal y poética que conmovió a los asistentes por su honestidad, su sensibilidad y su poderosa sobriedad.
Proyectada ante una audiencia internacional compuesta por caminantes, académicos, representantes diplomáticos y miembros de asociaciones jacobeas de toda Europa, la cinta de Bill Bennett logró, según los testimonios recogidos tras la proyección, algo inusual: hacer que el público sintiera, aunque solo fuera por un instante, lo que se siente realmente al hacer el Camino de Santiago.

Más que un relato de viaje
The Way – My Way no es una película convencional sobre el Camino. No hay giros argumentales dramáticos ni clímax heroicos. Tampoco se ofrece una guía visual de los lugares más emblemáticos. En cambio, lo que se presenta es una experiencia profundamente humana, atravesada por el silencio, el cansancio, la introspección y una transformación apenas verbalizada pero siempre palpable.
Basada en el libro homónimo de Bennett, publicado tras su peregrinación original en 2013, la cinta narra su experiencia personal al recorrer los 800 kilómetros desde Saint-Jean-Pied-de-Port hasta Santiago de Compostela. Una década después, en 2023, el propio Bennett volvió al Camino para rodar la película, siguiendo exactamente la misma ruta. La fidelidad al recorrido no es solo geográfica, sino emocional: el espectador camina con el protagonista paso a paso, sin atajos ni adornos.
El actor Chris Haywood, en una interpretación contenida y cargada de matices, encarna al propio Bennett con una honestidad serena. Su andar vacilante y sus silencios prolongados dicen mucho más que cualquier diálogo. Así, la película se convierte en una reflexión visual sobre el sentido del caminar y sobre lo que ocurre dentro de quien camina.
Un cineasta en búsqueda
Bill Bennett es un veterano director, guionista y productor australiano, conocido por sus trabajos tanto en el cine como en el documental. Ha sido galardonado por el Instituto Australiano de Cine y sus películas han sido seleccionadas en festivales internacionales como Cannes, Toronto o Mumbai. Pero The Way – My Way no nació como un proyecto cinematográfico.
Bennett emprendió el Camino de Santiago en 2013 sin una razón clara. “No era senderista. No era católico. No sabía por qué caminaba”, recuerda en varias ocasiones. Sin embargo, algo cambió en él durante aquella travesía. A su regreso, escribió un libro como forma de comprender lo vivido. El texto, publicado originalmente de forma independiente, fue recibido con entusiasmo por miles de lectores que vieron reflejada en él su propia experiencia o su anhelo de emprender el Camino.
Fue el éxito inesperado del libro lo que sembró la idea de una adaptación cinematográfica. No fue una decisión fácil. En un primer momento, Bennett se negó. Varias propuestas de guión ajenas a su visión lo convencieron de que solo él podía contar esa historia como realmente había sucedido. Así nació el proyecto cinematográfico, con una intención clara: evitar la espectacularización del Camino y ofrecer una mirada íntima, real, pausada.
El Camino como espejo interior
Una de las decisiones más sorprendentes – e incomprensibles para algunos – fue la de no incluir en la película lugares tradicionalmente considerados “imperdibles”, como la Cruz de Ferro o Puente la Reina. Según explicó Bennett en el coloquio posterior a la proyección, esto respondió a una motivación clara: preservar el misterio de esos lugares para los futuros peregrinos. “No estoy haciendo un documental”, dijo. “Quiero mostrar el viaje interior del caminante. Hay cientos de películas que ya enseñan esos sitios. Yo quería que el público experimentara otra cosa.”
Este enfoque ha sido clave para conectar con el público más sensible al espíritu del Camino. Lejos de la postal turística, lo que se ofrece es una travesía interior, un espejo emocional donde cada espectador puede proyectar sus propios pasos, dudas, pérdidas o anhelos.
Ir a lo esencial
La película fue rodada en 2023 con un equipo reducido y una producción deliberadamente ligera. La actriz y productora Jennifer Cluff, esposa de Bennett y también peregrina, participó tanto en el equipo técnico como en la pantalla. Solo cuatro de los veinte personajes con diálogo fueron interpretados por actores profesionales. El resto son peregrinos reales, muchos de ellos compañeros de ruta del director en su Camino original.
Entre los rostros más reconocibles figura Johnnie Walker Santiago, conocido influencer británico y figura emblemática del mundo jacobeo, cuya presencia fue especialmente celebrada por los asistentes en Malta. También aparecen los italianos Giovanna Donzelli e Iván Boffi, quienes recorrieron junto a Bennett el Camino en 2013 y se interpretan a sí mismos con una naturalidad que refuerza la autenticidad del relato.
El proceso de escritura del guión fue extenso: más de siete años y cuarenta versiones hasta encontrar el tono justo. La música, compuesta por Jackson Milas, y el himno del Camino “Somewhere Along the Way” de Dan Mullins, acompañan la película sin imponerse, creando una atmósfera sonora coherente con la estética del film.

Una recepción emocionante
La premiere europea, organizada por la asociación maltesa XirCammini y celebrada en la Fundación Din l-Art Ħelwa, contó con la presencia del Embajador de España en Malta, D. José María Muriel, y del Alto Comisionado de Australia, Mr. Matt Skelly. Ambos subrayaron el valor del Camino como puente cultural entre continentes.
Pero lo más significativo fue la respuesta del público. Durante casi dos horas, la sala permaneció en un silencio reverente. Al finalizar, las emociones eran palpables. Muchos espectadores —peregrinos veteranos y presidentes de asociaciones jacobeas — afirmaron haber sentido que la película capturaba, con precisión y respeto, lo que implica realmente caminar hacia Santiago.
Una escena especialmente celebrada es aquella en que un peregrino coreano sugiere tomar una selfie al protagonista, diciéndole con humor que no se preocupe por el “encuadre”. Ese gesto, aparentemente trivial, sintetiza con ternura el cruce de culturas, edades y motivaciones que caracteriza al Camino.
Un film difícil de clasificar
A pesar del entusiasmo que genera entre quienes conocen o sueñan con el Camino, The Way – My Way enfrenta una distribución complicada. Su naturaleza híbrida —ni documental tradicional, ni ficción comercial— la sitúa en tierra de nadie dentro de los circuitos cinematográficos convencionales. Sin embargo, el boca a boca está funcionando como su mejor aliado.

Asociaciones jacobeas, albergues, grupos de peregrinos y comunidades espirituales están promoviendo pases privados y eventos culturales en torno a la película. En Alemania, Italia y Estados Unidos, donde el Camino también tiene una gran presencia simbólica, se están organizando ciclos de cine temáticos en festivales independientes. La cinta fue presentada en el Marché du Film del Festival de Cannes en mayo de 2024.
La paradoja es clara: una película que no se ajusta a ningún molde está logrando precisamente aquello que otras muchas ambicionan sin éxito: tocar el alma de su audiencia.
A otro ritmo
En un mundo saturado de estímulos y narrativas aceleradas, The Way – My Way se atreve a ir a otro ritmo. Su propuesta puede parecer arriesgada: una película donde “no pasa nada” en términos convencionales. Pero, para quienes han caminado, ese “nada” lo es todo: es la piedra en el camino, el compañero inesperado, la ampolla que no cede, la lágrima que surge sin saber por qué.
La cinta de Bill Bennett no ofrece respuestas ni moralejas. Lo que ofrece es espacio. Espacio para sentir, para preguntarse, para recordar. Y sobre todo, para seguir caminando.
The Way – My Way no es simplemente una película sobre el Camino de Santiago. Es, en muchos sentidos, un acto de honestidad creativa. Una obra que se aparta de los focos para encender una pequeña luz en el corazón del espectador. Bill Bennett ha logrado algo profundamente valioso: narrar sin grandilocuencia una experiencia que ha cambiado la vida de millones de personas.
Quizá por eso, quienes han hecho el Camino no solo la recomiendan: sobre todo, la agradecen.