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Músicos en St Ann, Jamaica Lost Mountain Studio - Shutterstock

Tambores, tierra y espíritu: Watt Town y los ritmos vivos del revivalismo jamaicano

En el interior montañoso de la parroquia de St. Ann, lejos de las playas que alimentan la imagen turística de Jamaica, el pequeño asentamiento de Watt Town se transforma periódicamente en un lugar de convergencia sagrada.

No hay aquí grandes santuarios, ni basílicas majestuosas ni procesiones formales. Y, sin embargo, cada año, practicantes de toda la isla llegan en oleadas lentas y constantes —a pie, en autobús, en caravanas improvisadas— para participar en una forma de peregrinación profundamente corporal y plenamente enraizada en el territorio. Esto es el revivalismo jamaicano en movimiento.

La renovada «Peregrinación a Watt Town» ha sido inscrita en la Lista del Patrimonio Cultural Inmaterial de la UNESCO en diciembre de 2024.

La raíz espiritual del revivalismo

El revivalismo surgió a mediados del siglo XIX, tras la emancipación, como resultado de la fusión entre la memoria religiosa africana y las estructuras litúrgicas cristianas. No fue una simple mezcla, sino una reivindicación creativa de las cosmologías de origen africano en un mundo colonial que intentaba borrarlas.

Se desarrollaron dos corrientes principales: la Orden 60 (Zion Revival), más cercana al simbolismo y la estructura cristiana, y la Orden 61 (Pukumina o Pocomania), que pone el énfasis en la posesión espiritual, los tambores y los patrones rituales africanos. Ambas conservan elementos esenciales extraídos de las cosmologías kongo, la lógica ritual yoruba y las epistemologías cinéticas del pensamiento religioso afrodescendiente, donde lo sagrado no se alcanza en el silencio, sino mediante el sonido, el movimiento y la invocación.

En este contexto, el cuerpo es un medio de conocimiento. El tambor no acompaña: pronuncia. Y el viaje hacia lugares como Watt Town se convierte en un acto ritual: un tránsito hacia la presencia ancestral, hecha presente una vez más a través de la performance.

Watt Town: geografía de un centro ritual

Ubicada en una zona boscosa y montañosa de St. Ann rural, Watt Town no se presenta como una capital espiritual. Su papel solo se revela en determinados momentos del calendario religioso, especialmente en la Nochevieja y durante la Semana Santa, cuando las comunidades revivalistas se movilizan.

El pueblo se convierte entonces en lo que los practicantes llaman un “ground”: un espacio consagrado preparado para el trabajo espiritual. Aparecen altares temporales. Se cuelgan prendas sagradas. Las líderes rituales, conocidas a menudo como “Madres”, abren las ceremonias con cánticos y oraciones, invocando a los espíritus, a los ancestros y a los ángeles. Siguen los tambores, constantes y rítmicos, marcando el compás de la noche.

Para los revivalistas, el ground nunca es fijo: se vuelve sagrado a través del uso, activado por el ritual, la memoria y la intención colectiva. La importancia de Watt Town reside en su papel repetido como nexo de poder: un lugar donde se pone a prueba, se reafirma y se renueva la autoridad espiritual.

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Peregrinación a través del cuerpo

A diferencia del modelo clásico de peregrinación centrado en reliquias o tumbas, los encuentros revivalistas en Watt Town giran en torno a la convergencia corporal. El viaje en sí es fundamental: los participantes llegan desde distintos puntos de Jamaica —a menudo desde centros urbanos como Kingston o Montego Bay— cargando tambores, vestimenta ritual y ofrendas. El movimiento es un acto sagrado: salir de casa y llegar al ground es reentrar en la cosmología comunal.

Durante las celebraciones, se realizan danzas circulares, se experimentan estados de trance y se produce la posesión espiritual, entendida como una forma de comunicación divina. La posesión no se percibe como algo patológico, sino como una vía de acceso al conocimiento espiritual. El cuerpo se convierte en lugar de negociación entre mundos: el ancestral, el divino y el presente.

Los líderes revivalistas interpretan estas manifestaciones. Pueden recibir visiones, canalizar curaciones o resolver conflictos espirituales o personales. La autoridad suele ser matrilineal y el liderazgo se ejerce de forma performativa: no se impone por jerarquías institucionales, sino por carisma, linaje y eficacia espiritual demostrada.

 

Continuidades africanas en la diáspora

Watt Town es un archivo vivo de continuidad diaspórica africana. Los rituales que allí se practican beben de las concepciones kongo del cosmos, especialmente la idea del cruce de caminos como lugar de poder y transformación. Las danzas circulares reflejan cosmogramas. Los bastones rituales y los colores sagrados siguen códigos diaspóricos presentes también en el vodou haitiano, el palo cubano o el candomblé brasileño.

Los cantos pueden mezclar inglés, glosolalia de entonación africana y fragmentos de lenguas ancestrales. Los patrones de tambor sirven tanto para invocar como para enseñar: transmiten ritmo, orden y presencia ancestral. De este modo, el revivalismo preserva lo que el poeta y estudioso Kamau Brathwaite llamó lenguaje-nación: una forma de memoria codificada en el sonido, la cadencia y el movimiento.

Un lugar sagrado sin monumento

Lo que hace de Watt Town un lugar tan poderoso es su resistencia silenciosa. A pesar de las presiones de las iglesias evangélicas, los estigmas sociales y el dominio cultural del cristianismo formal, continúa siendo un espacio de expresión de una fe arraigada en el cuerpo y la tierra. No es un destino de turismo religioso. No está diseñado para el espectáculo. Persiste porque funciona —ritualmente, culturalmente y espiritualmente— como centro gravitacional para comunidades que buscan continuidad y presencia.

En los últimos años, folcloristas e investigadores culturales han empezado a reconocer la importancia de lugares como Watt Town, no solo como espacios religiosos, sino como referentes culturales esenciales. Representan estrategias de supervivencia, adaptación creativa y resiliencia colectiva frente al olvido histórico.

Una cartografía ritual

Watt Town ofrece un tipo distinto de mapa. No uno marcado por kilómetros o señales, sino uno trazado a través de redes rituales, patrones de tambor y retornos estacionales. Es un centro no por lo que se ha construido allí, sino por lo que allí sucede —una y otra vez, generación tras generación.

Para quienes están atentos a las geografías sagradas de la diáspora africana, Watt Town sigue siendo un lugar donde el velo se vuelve más fino, donde la historia se mueve en círculos y donde la tierra, una vez danzada, recuerda.

 

Entrada también disponible en: English Italiano

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