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Umbría, el corazón verde de Italia, es también una tierra espiritualmente rica. Es la cuna de figuras sin parangón en la historia cristiana como San Benito, San Francisco, Santa Clara y Santa Rita de Casia. Una de las ciudades más bellas de la región es Orvieto, situada en lo alto de una colina y rodeada de viñedos y olivares.
El centro histórico de la ciudad es un laberinto de callejuelas medievales, animadas plazas e impresionantes monumentos. Entre sus edificios, la hermosa catedral (el famoso Duomo Di Orvieto, también conocido como Cattedrale di Santa Maria Assunta) domina la ciudad, con su notable fachada de mármol blanco. Obra maestra de la arquitectura gótica, esta iglesia es el principal símbolo de la ciudad y se alza en medio de su plaza central.
Pero la principal atracción de la catedral no es su fachada, ni su famoso Rosetón, ni el ciclo del Apocalipsis de Luca Signorelli, ni la decoración de Fra Angelico de la Capilla de San Brizio. Este honor corresponde a la Capilla de los Corporales, que alberga las reliquias del milagro eucarístico más famoso de la historia. Su importancia es tal que está decorada con frescos tanto de Signorelli como de Fra Angelico.
Un asombroso milagro
Según la tradición, en 1263, un sacerdote de Bohemia llamado Pedro de Praga estaba celebrando la misa en la pequeña ciudad de Bolsena, cerca de Orvieto. Este hombre luchaba desde hacía tiempo con fuertes dudas sobre la doctrina de la transubstanciación, que enseña que el pan y el vino se convierten en el cuerpo y la sangre de Cristo durante la Eucaristía. En medio de este tormento espiritual, había decidido peregrinar a Roma para combatir sus dudas junto a la tumba de San Pedro.
Y allí en Bolsena, mientras celebraba la misa en la Gruta de Santa Cristina, ocurrió el milagro: la hostia consagrada comenzó a sangrar, empapando el corporal, el mantel sobre el que se coloca el cáliz durante la misa. La crónica más antigua, de san Antonio de Florencia (siglo XV) cuenta que el sacerdote, aterrado, intentó retirar la sangre del altar y que ésta cayó sobre el mármol de los escalones.
Conmovido por este prodigio, el sacerdote se arrepintió de sus dudas y corrió a Orvieto para informar al Papa Urbano IV, quien residía en la ciudad en ese momento. El Papa ordenó que se llevara el corporal y el mantel a Orvieto.
El milagro del arte
El milagro de Bolsena tuvo un profundo impacto en la Iglesia católica y llevó al Papa Urbano IV, también inspirado por santos como Juliana de Lieja, a instituir la fiesta del Corpus Christi. Además, inspiró la construcción de la magnífica Catedral de Orvieto como un santuario para albergar los sagrados objetos asociados con el milagro.
Más aún: el Papa pidió a un gigante de la teología, Tomás de Aquino (que en esos años residía en el convento dominico de Orvieto), que compusiera la liturgia de la celebración de la nueva festividad del Corpus. El Aquinate compuso cinco himnos eucarísticos, tres de los cuales siguen hoy siendo imprescindibles en la música sacra: Pange Linguae, Tantum ergo y Adoro te devote.
La Capilla del Corporal en la Catedral de Orvieto es un lugar de peregrinación para los fieles de todo el mundo que vienen a venerar el paño y el mantel que, según la tradición, son testigos del milagro eucarístico. Más si tenemos presente que Orvieto es una etapa de la Vía Francígena, la famosa vía de peregrinación a Roma.
Cada año, la ciudad de Orvieto celebra el Corpus Christi con procesiones solemnes, celebraciones litúrgicas y eventos culturales. Los orvetenses desfilan detrás de la reliquia del corporal vestidos como en la época medieval, nobles, damas y caballeros, entre danzas y música de la época.