En pleno corazón de Medina, la segunda ciudad más sagrada del islam, Al-Masjid an-Nabawi es un testimonio vivo de los primeros días del islam. Conocida como la Mezquita del Profeta, es uno de los tres lugares más sagrados del mundo islámico, junto con el Haram Al-Sharif en La Meca y la Mezquita de Al-Aqsa en Jerusalén.
Para millones de musulmanes, visitarla es una experiencia profundamente transformadora, que a menudo forma parte de la peregrinación del Hajj o la Umrah.
Orígenes e historia temprana
La historia de Al-Masjid an-Nabawi está íntimamente ligada a la vida del propio profeta Mahoma. En el año 622 d.C., el Profeta emigró de La Meca a Medina, huyendo de la persecución y en busca de un lugar seguro para la creciente comunidad musulmana. Una de sus primeras acciones al llegar fue construir una mezquita: una estructura sencilla al aire libre hecha con troncos de palmera y ladrillos de barro, que servía como lugar de oración, centro comunitario, tribunal y escuela.
La tradición sostiene que el propio Profeta participó en su construcción, trabajando codo a codo con sus compañeros mientras colocaban los primeros ladrillos. El edificio original incluía una zona sombreada conocida como la Suffah, donde los seguidores más cercanos del Profeta —muchos de ellos sin hogar ni familia en Medina— se reunían para estudiar y orar.

Evolución arquitectónica
Desde estos humildes inicios, la mezquita ha crecido hasta convertirse en uno de los complejos religiosos más grandes e importantes del mundo. A lo largo de los siglos, ha sido ampliada en múltiples ocasiones, reflejando los estilos artísticos y arquitectónicos de las eras omeya, abasí, mameluca, otomana y saudí moderna.
- La primera expansión (era Omeya)
En el año 707 d.C., el califa omeya Al-Walid I supervisó la primera gran renovación de la mezquita, añadiendo muros de piedra, un techo plano sostenido por columnas también de piedra, y los primeros alminares. Esta transformación le dio a la mezquita un carácter más duradero e imponente, marcando el rumbo para futuras ampliaciones.
- Aportaciones mamelucas y otomanas
La icónica Cúpula Verde, hoy símbolo inseparable de Al-Masjid an-Nabawi, fue añadida por el sultán mameluco Al-Mansur Qalawun en el año 1279 d.C. La cúpula, construida originalmente sobre la casa de Aisha, esposa del Profeta, marca el lugar de su tumba, así como las sepulturas de los dos primeros califas: Abu Bakr y Umar. El color verde actual data de una renovación otomana en 1837, bajo el sultán Mahmud II, y se ha convertido en un emblema reconocible en todo el mundo musulmán.
- Ampliaciones modernas saudíes
La mezquita ha seguido ampliándose en tiempos recientes, con renovaciones importantes en 1905, 1994 y 2012, que le permiten hoy acoger entre 1,6 y 2 millones de peregrinos en temporadas punta. Estas intervenciones han incorporado comodidades modernas sin perder el respeto por la historia del lugar, con innovaciones como cúpulas retráctiles, patios revestidos de mármol y detalladas decoraciones caligráficas.
Una mezquita que nunca duerme
Hoy en día, Al-Masjid an-Nabawi es una ciudad dentro de la ciudad, un lugar que nunca descansa del todo. La mezquita se mantiene activa las 24 horas del día, gracias a un pequeño ejército de limpiadores que trabajan por turnos para mantener relucientes sus suelos de mármol blanco y frescos sus patios.
Sistemas de nebulización perfuman el aire con vapor aromatizado con rosas para aliviar a los peregrinos cansados, mientras que los grandes parasoles que protegen los patios exteriores evocan las palmeras datileras de la antigua Medina.

Elementos destacados:
- La Rawdah Al-Sharifah
Conocida como el Jardín del Paraíso, esta pequeña zona situada entre la tumba del Profeta y su púlpito es considerada uno de los lugares más sagrados de la tierra. Según un famoso hadiz, orar aquí es como hacerlo en el paraíso mismo.
Debido a su gran valor espiritual, el acceso a la Rawdah está estrictamente regulado mediante la aplicación saudí Nusuk, y conseguir entrada depende muchas veces de la suerte y del momento.
- La Cúpula Verde
Elevándose sobre la tumba del Profeta, esta cúpula de azulejos verdes es uno de los símbolos más reconocibles del islam, un faro para los peregrinos que llegan a Medina.
- Operación 24 horas
El funcionamiento ininterrumpido de la mezquita se apoya en una red de voluntarios y personal: desde quienes reparten el venerado agua de Zamzam hasta quienes organizan el flujo de millones de fieles durante las temporadas de Hajj y Umrah.
La experiencia de los peregrinos
Para muchos peregrinos, visitar Al-Masjid an-Nabawi representa el punto más alto de su travesía espiritual, un momento de profunda reflexión personal y de intensa oración colectiva. Los patios interiores de la mezquita, con sus suelos de mármol pulido y columnas monumentales, resuenan con las oraciones susurradas de innumerables visitantes. Afuera, los parasoles retráctiles y los sistemas de niebla crean un remanso de calma en medio del calor del desierto.
Las calles que rodean la mezquita son un vibrante crisol del islam global, con voces en múltiples lenguas, vendedores de dátiles y rosarios, y familias que hacen picnic a la sombra de los alminares. Para quienes emprenden esta peregrinación, la antigua ciudad de Medina ofrece una mirada al corazón palpitante del islam: un lugar donde historia, fe y humanidad se entrelazan en un ciclo eterno de devoción.