Durante la Edad Media, la peregrinación a Santiago de Compostela no terminaba con la llegada a la catedral. Tras confesarse, asistir a misa y saludar al apóstol, los peregrinos medievales debían subir al tejado de la iglesia. Allí quemaban las ropas usadas durante el viaje y se ponían otras nuevas, lo que implicaba un acto público de conversión.
El ritual de quemar la ropa no se realizaba en cualquier lugar del tejado de piedra, sino delante de una cruz de hierro conocida como la Cruz dos Farrapos – en gallego, «la cruz de los harapos» –. Esta cruz, aunque popular, no es fácilmente visible desde el exterior de la catedral. De hecho, sólo puede verse desde algunos puntos concretos. Durante las visitas guiadas a los tejados, los visitantes pueden conocer su origen, significado y uso en la época medieval.
Ahora bien, la quema de la ropa tenía también una dimensión muy práctica. No se trataba sólo de una limpieza simbólica. Lo más probable es que este ritual se originara como una simple medida sanitaria. Para evitar la propagación de enfermedades, eliminar la ropa probablemente contaminada era una forma segura de actuar.
Este tipo de medidas sanitarias también incluían el uso del Botafumeiro -el famoso incensario de la catedral-. En la Edad Media, los peregrinos solían dormir en el triforio de la Catedral -una galería interior, dentro de la catedral, en un nivel superior. A medida que los peregrinos llegaban en bandadas tras un viaje intenso y agotador, la necesidad de desinfectar la catedral se hacía cada vez más evidente. El Botafumeiro, con su intenso aroma a incienso quemado, fue una solución eficaz para hacer más respirable -y agradable- el aire del interior del templo.
Aunque la tradición de quemar la ropa no ha sobrevivido hasta nuestros días, los tejados de la catedral siguen mereciendo una visita. En lugar de quemar la ropa, los peregrinos modernos tienen la oportunidad de disfrutar de una vista única de Santiago de Compostela desde las alturas de la legendaria catedral, una experiencia que complementa su viaje y les permite meditar sobre el significado de esta antigua tradición.
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