En las alturas envueltas en niebla de las Montañas Azules de Jamaica, más allá del alcance de las rutas coloniales y del aliento de los vientos costeros, se extiende un paisaje que recuerda. Allí, en lo que antaño fue Nanny Town, ritual y resistencia se entrelazaron para dar forma a una de las grandes tradiciones caribeñas. En el centro de esa historia se alza Queen Nanny, una figura a medio camino entre la historia y el mito, que lideró a las comunidades cimarronas en su desafío al dominio colonial y dio origen a una geografía sagrada que aún se percibe hoy.
Comprender Nanny Town no es solo conocer un episodio de la historia de Jamaica, sino adentrarse en un hilo esencial del imaginario religioso y cultural de la diáspora africana, donde el paisaje se convierte en escritura sagrada y la huida, en peregrinación.
Una historia escrita en la montaña
Queen Nanny, también conocida como Nana, es recordada como líder cimarrona, estratega militar, guía espiritual y madre de la resistencia jamaicana. A comienzos del siglo XVIII, condujo a su pueblo desde la esclavitud hacia las tierras altas, donde fundó varios asentamientos autónomos, entre ellos la fortificada Nanny Town.

Escondida en lo más profundo de las Montañas Azules, Nanny Town aprovechaba la altitud y la orografía como defensa natural. Desde allí, los cimarrones libraron una prolongada guerra de guerrillas contra las fuerzas coloniales británicas, hasta alcanzar un tratado de paz en 1739. Aunque muchos detalles de la vida de Nanny se desdibujan entre la tradición oral y los registros históricos, su figura como matriarca de la liberación ha perdurado en la memoria nacional jamaicana, siendo reconocida como Heroína Nacional en 1975.
Autonomía cimarrona y geografía sagrada
Los cimarrones jamaicanos no fueron solo esclavos huidos: fueron arquitectos de libertad que crearon territorios autónomos más allá del sistema esclavista. Estos espacios no eran solo políticos, también eran espirituales, lugares donde las cosmologías africanas se replantaron en suelo caribeño.
Nanny Town representa como pocas ese concepto de geografía sagrada. Situada a más de 900 metros sobre el nivel del mar, no era solo una fortaleza estratégica. En tradiciones africanas como la akan o la kongo, las montañas eran consideradas umbrales sagrados: morada de los ancestros, lugares donde los rituales ganaban fuerza al quedar lejos del poder terrenal.
Para las comunidades cimarronas, las Montañas Azules se convirtieron en espacios de resistencia espiritual. Los bosques escondían manantiales sagrados, círculos de tambores, hierbas curativas y lugares de reunión donde podían celebrar rituales sin ser vigilados. En este contexto, el paisaje se convirtió en liturgia.
Nanny y el paisaje religioso de Jamaica
La religión en Jamaica, entendida en sentido amplio, es una herencia compleja y mestiza, moldeada por la resistencia, la reinvención y la continuidad. Las tradiciones espirituales de los pueblos esclavizados —akan, kongo, yoruba y otros— sobrevivieron transformándose, y hoy se expresan en formas como el Revival Zion, el Pocomania, el Kumina o el Obeah. No son religiones codificadas al estilo occidental, sino sistemas rituales basados en la experiencia, el cuerpo y la práctica.

Queen Nanny es recordada como guía ritual, vinculada al Obeah y dotada, según la tradición oral, de “poderes místicos”: desde atrapar balas hasta desaparecer a voluntad. Estos dones no son simples leyendas, sino expresiones de una autoridad espiritual basada en conocimientos rituales africanos. Hablar de Nanny es hablar de una mujer guerrera y sacerdotisa, una figura que borraba la frontera entre líder política y médium espiritual.
Su legado sobrevive en invocaciones rituales, en los tambores ancestrales y en los retornos ceremoniales a lugares como Nanny Town o Moore Town, principal asentamiento de sus descendientes. En las tradiciones revivalistas y cimarronas, su nombre no se pronuncia solo para recordarla, sino para hacerla presente.
El camino hacia Nanny Town: una peregrinación sin templo
Aunque hoy apenas quedan senderos formales, aún hay quienes ascienden hasta Nanny Town: historiadores, guardianes de la cultura, descendientes de cimarrones. Ese trayecto, aunque no se defina como peregrinación en el sentido clásico, funciona como tal: es un movimiento hacia el origen, hacia la resistencia, hacia la conexión con los ancestros.
Los rituales son más visibles en Moore Town, especialmente el 6 de enero, día que conmemora el tratado cimarrón. Las celebraciones incluyen tambores, libaciones, relatos orales y danzas ceremoniales: formas de regresar ritualmente a Nanny y a la montaña que protegió a su pueblo.
Así, el acto de subir – ya sea a las ruinas cubiertas de vegetación de Nanny Town o a los espacios rituales de Moore Town – se convierte en una peregrinación diaspórica: un regreso a los lugares donde lo sagrado nació del sufrimiento y la lucha.

Éxodo y la geografía sagrada de la resistencia
La historia de Queen Nanny es, en esencia, un relato de éxodo. No en sentido simbólico, sino literal: un pueblo que huye de la esclavitud, guiado por una figura espiritual hacia una tierra apartada y segura. El viaje está inscrito en la propia montaña, resonando con otros relatos de la diáspora africana: huida, autodeterminación, ritual y geografía entrelazados.
Historias similares se repiten por todo el continente americano: en Palmares (Brasil), San Basilio de Palenque (Colombia), y en los quilombos de Surinam o la Guayana Francesa. En todos los casos, la resistencia no fue solo política: fue sacralizada, tejida en la tierra a través de ceremonias, cantos y prácticas ancestrales.
Queen Nanny forma parte de ese linaje: matriarca de las alturas cuya presencia no se limita a monumentos ni efemérides, sino que se encarna en el movimiento ritual, la memoria oral y la geografía consagrada.
Una peregrinación que se lleva en el cuerpo
Caminar hoy hacia Nanny Town es atravesar maleza y senderos rotos. Pero también es transitar por la memoria, la resistencia y la invocación. La geografía sagrada de Jamaica no está hecha de altares de piedra ni de templos cerrados, sino de cuerpos que bailan, de tambores que hablan y de paisajes que protegieron la libertad.
La historia de Queen Nanny no pertenece solo a Jamaica: es parte de la diáspora africana. Forma parte del Atlántico negro, de las cartografías sagradas de quienes huyeron, lucharon y recordaron. Por eso Nanny Town no es una ruina: es un lugar ritual, una montaña de memoria que aún hoy sigue hablando.