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El vino de Jordania y la leyenda del Santo Grial

Un antiguo mosaico romano con jarra de vino y uva en la ciudad de Jerash, Jordania Popova Tetiana - Shutterstock
Un antiguo mosaico romano con jarra de vino y uva en la ciudad de Jerash, Jordania Popova Tetiana - Shutterstock

En el mundo mediterráneo, el vino es mucho más que alimento: es un gesto de bienvenida, un recuerdo compartido, una señal de hospitalidad que impregna la vida cotidiana y el ritual. Desde las tierras altas del norte de Jordania, donde la viticultura ha perdurado desde tiempos antiguos, hasta las bóvedas de la catedral de Valencia, donde se conserva el Santo Cáliz, la continuidad entre el vino y su recipiente traza un hilo tangible a lo largo de los siglos.

Esta es la historia de cómo los paisajes y los objetos preservan la memoria ritual, y de cómo la hospitalidad perdura, de forma material, a través del tiempo.

Viñedos antiguos en Jordania

Aunque hoy en día no se asocie comúnmente a Jordania con el vino, su relación con la viticultura es antigua y está bien documentada. Alrededor de Petra, la capital del antiguo reino nabateo, los arqueólogos han descubierto extensas redes de prensas de vino excavadas en la roca, que datan de los primeros siglos antes y después de Cristo. Estas instalaciones revelan una producción a gran escala, probablemente integrada en las redes comerciales del Levante.

Bottle of Jordanian wine Mount Nebo (Wine of the Holy Land)
Botella de vino jordano Monte Nebo (Vino de Tierra Santa)

Más al norte, en Umm Qais —la antigua Gadara— también se han hallado vestigios de instalaciones para la fermentación y el almacenamiento de vino. Situada sobre antiguas calzadas romanas, esta región podría haber sido una de las posibles fuentes del vino empleado en las comidas ceremoniales de la Judea romana. Algunos estudiosos han sugerido, con cautela, que el vino de esta zona podría haber estado presente en la Última Cena, aunque no existe evidencia directa que lo confirme.

Más allá de esas posibles conexiones, lo que sí es evidente es la continuidad histórica de la elaboración de vino en Jordania, que hoy renace con nueva fuerza.

El renacer del vino jordano

En Mafraq, al norte de Ammán, dos bodegas —Zumot y Haddad— han retomado esta antigua tradición, combinando conocimientos técnicos con sensibilidad ecológica. Los suelos basálticos de la región, moldeados por antiguas erupciones volcánicas, ofrecen un excelente drenaje y una gran riqueza mineral. Las altitudes elevadas y las noches frescas prolongan la temporada de cultivo, dando lugar a uvas de notable complejidad y resistencia.

Los vinos Saint George de Zumot y la línea Jordan River de Haddad han recibido elogios en catas a ciegas celebradas en Europa y Asia. No son curiosidades exóticas, sino auténticas expresiones del terruño: paisajes embotellados que invitan a reconectar con la herencia viva de Jordania.

The Christian wine tradition of Jordan

El vino en la historia del ritual

El vino ha estado presente en los rituales del Mediterráneo desde la antigüedad. En las culturas grecorromana, hebrea y nabatea, simbolizaba comunidad, celebración y alianza.

La Última Cena, tradicionalmente situada en Jerusalén, suele interpretarse a la luz de estas tradiciones compartidas. Más allá de las interpretaciones teológicas, el simple acto de compartir pan y vino en una mesa refleja las costumbres de hospitalidad del momento. En aquel entonces, el vino no era un bien raro ni sagrado en sí mismo, sino un elemento familiar de la vida cotidiana.

Además, en la tradición judía, la copa de vino utilizada durante la cena de Pascua (Pesaj) tiene un profundo significado ritual. Durante el Seder, se beben cuatro copas, cada una asociada a una promesa de redención hecha por Dios al pueblo de Israel en el libro del Éxodo. Por ello, la copa compartida por Jesús y sus discípulos se convierte en un símbolo cargado de esperanza, liberación y alianza.

Aunque no podamos confirmar que las regiones vinícolas de Jordania estuvieran directamente relacionadas con esos acontecimientos, sí nos recuerdan que los paisajes de aquellos rituales abarcaban territorios que hoy, una vez más, florecen con viñedos.

The Holy Grail. St. Mary's Cathedral.
El Santo Grial. Catedral de Santa María. Valencia (España)

El Cáliz de la Última Cena

A miles de kilómetros hacia occidente, en la ciudad de Valencia, se conserva un cáliz de piedra conocido como el Santo Cáliz, expuesto tras un cristal en la capilla que lleva su nombre, dentro de la Catedral de Santa María. Venerado desde la Edad Media como la copa utilizada por Jesús en la Última Cena, su historia es compleja y envuelta en tradición.

Tallado en calcedonia pulida, el cáliz mide 7 cm de altura por 9,5 cm de diámetro, y se cree que data del siglo I d.C., con probable origen en el Mediterráneo oriental. Según la tradición, fue llevado a Roma, ocultado durante las persecuciones y finalmente trasladado a España por San Lorenzo en el siglo III. Reapareció siglos más tarde en el Reino cristiano de Aragón y permanece en Valencia desde el siglo XV.

Las tradiciones aragonesa y valenciana lo identifican con el Santo Grial. En 1960, el arqueólogo Antonio Beltrán confirmó su datación antigua, y en 2019, la historiadora del arte Dra. Ana Mafé García, aplicando métodos científicos, lo clasificó como un Kos Kidush, una copa de bendición judía del período del Segundo Templo, contemporáneo de Herodes el Grande. La base y las asas —decoradas en oro— fueron añadidas en la Edad Media, transformando el objeto en una pieza litúrgica.

Aunque el recorrido histórico del cáliz sigue siendo objeto de debate, representa la continuidad de los objetos sagrados: aquellos que atraviesan siglos y fronteras, adoptando nuevos significados y manteniéndose vivos en la práctica ritual.

Mucho más que una reliquia

Los paralelismos entre los viñedos de Jordania y el cáliz de Valencia no se encuentran en la doctrina, sino en el gesto. En Valencia, la copa es un receptáculo de memoria; en Jordania, el vino vuelve a brotar desde tierras antiguas. Ambos encarnan el ideal mediterráneo de hospitalidad, a través de vasos que alimentan cuerpo y espíritu.

Las prensas de Petra, los viñedos basálticos de Mafraq y el cáliz de Valencia nos hablan del poder duradero de los recipientes, no como reliquias estáticas, sino como umbrales: entre huésped y anfitrión, entre tierra y mesa, entre memoria y experiencia presente.

En cada copa compartida, o en el silencio frente a un cáliz milenario, encontramos viva la tradición mediterránea de la acogida: una ofrenda que sigue derramándose a través del tiempo.

Way of the Holy Grail

Entrada también disponible en: English Italiano

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