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El Monasterio de Santa Catalina y la Peregrinación al Monte Sinaí

Montañas nocturnas antes del amanecer en Egipto. Península del Sinaí, la montaña de Moisés. Dima Zel - Shutterstock
Montañas nocturnas antes del amanecer en Egipto. Península del Sinaí, la montaña de Moisés. Dima Zel - Shutterstock

En la árida región sur de la península del Sinaí, en Egipto, se alza el Monasterio de Santa Catalina, la comunidad monástica en funcionamiento continuo más antigua del mundo. Construido al pie del monte Sinaí en el siglo VI d.C. por orden del emperador bizantino Justiniano I, sigue siendo hoy un centro activo del monacato ortodoxo oriental, de conservación histórica y de encuentro interreligioso.

El monasterio se encuentra en un lugar que, desde hace siglos, se identifica con el episodio bíblico de Moisés y la zarza ardiente. Según la tradición, el altar mayor de la iglesia principal fue construido directamente sobre el lugar donde Moisés habría escuchado la voz de Dios.

Junto a él se conserva y venera una zarza viva, considerada la misma que ardía sin consumirse. Aunque no pueda verificarse históricamente, esta tradición ha definido la identidad espiritual del lugar durante más de quince siglos.

Preservación en medio de transformaciones políticas

Monasterio Santa Catalina Monte Sinaí
Monasterio de Santa Catalina, situado en el desierto de la península del Sinaí en Egipto, al pie del monte Moisés.

La supervivencia del Monasterio de Santa Catalina a lo largo de los siglos, incluso durante las expansiones islámicas del siglo VII, se debe en gran medida al respeto que ha inspirado entre distintas tradiciones.

Según fuentes islámicas y la tradición cristiana, el profeta Mahoma otorgó al monasterio una carta de protección (el Ashtiname), que garantizaba su seguridad, la libertad religiosa y la protección de sus bienes. Este documento, ya sea auténtico o simbólico, fue respetado por los sucesivos gobernantes islámicos, lo que otorgó al monasterio un estatus singular como enclave no musulmán protegido bajo dominio islámico.

Las asociaciones interreligiosas del monasterio también se reflejan en su arquitectura. Dentro del recinto se encuentra una pequeña mezquita construida durante el periodo fatimí, lo que refuerza el reconocimiento del lugar en el contexto islámico. Santa Catalina se convirtió así en un ejemplo excepcional de continuidad interreligiosa en una región a menudo marcada por divisiones sectarias.

Un monasterio vivo

El monasterio sigue siendo hogar de una pequeña comunidad de monjes ortodoxos griegos. En la actualidad viven allí menos de veinte, y su vida se organiza según el ritmo tradicional del monacato: oración, trabajo manual, hospitalidad y custodia de los tesoros culturales del monasterio. La comunidad está bajo la jurisdicción autónoma de la Iglesia Ortodoxa Griega del Monte Sinaí, una condición que se mantiene desde hace siglos.

No se trata de una comunidad aislada. El monasterio recibe con frecuencia a investigadores, peregrinos y delegaciones de iglesias orientales, católicas y grupos interreligiosos. A pesar de su ubicación remota, es un lugar de diálogo y de actividad constante.

 

Religious icon at St. Catherine's Monastery in the Sinai Peninsula, Egypt
Icono religioso en el Monasterio de Santa Catalina en la península del Sinaí, Egipto

De hecho, el monasterio alberga la biblioteca en funcionamiento continuo más antigua del mundo. Su colección de manuscritos —más de 3.300 ejemplares— es una de las más importantes que existen. Escritos en griego, árabe, siriaco, georgiano, armenio, eslavo y otros idiomas, los textos abarcan campos como la teología, la medicina, la filosofía y la astronomía.

La tradición identifica esta zarza como la misma que Moisés vio arder sin consumirse
La tradición identifica esta zarza como la misma que Moisés vio arder sin consumirse

Entre sus tesoros más destacados se encuentra el Codex Sinaiticus, un manuscrito cristiano del siglo IV que contiene una de las versiones más antiguas conocidas de la Biblia en griego. Aunque gran parte de él se conserva hoy en la Biblioteca Británica, su hallazgo en el monasterio situó a Santa Catalina en el centro de los estudios bíblicos modernos.

La biblioteca continúa siendo un núcleo de investigación. En años recientes, proyectos de digitalización como el Sinai Palimpsests Project han empleado técnicas de imagen multiespectral para recuperar textos borrados, revelando capas ocultas de literatura olvidada en lenguas tan raras como el arameo cristiano palestino o el albanés caucásico. Estas iniciativas posicionan al monasterio no solo como lugar de fe, sino también como fuente viva de conocimiento histórico y lingüístico a nivel mundial.

Peregrinación y acceso

El Monasterio de Santa Catalina sigue siendo destino de peregrinos de diversas tradiciones: ortodoxos, católicos, protestantes, judíos y musulmanes. Llegar al lugar implica atravesar la península del Sinaí, y el viaje está sujeto a las condiciones políticas y a los protocolos de seguridad vigentes.

St. Catherine's Monastery in a 16th-century miniature, Nuremberg
St. Catherine’s Monastery in a 16th-century miniature, Nuremberg

Muchos peregrinos ascienden al monte Sinaí — identificado tradicionalmente como el lugar donde Moisés recibió las tablas de la ley — antes de descender al complejo monástico. Si bien esta identificación no es unánimemente aceptada por la comunidad académica, su fuerza simbólica como lugar de revelación y alianza atrae cada año a miles de visitantes.

El Monasterio de Santa Catalina no es un monumento del pasado, sino una institución religiosa y académica activa. Ha sobrevivido durante casi 1.500 años a imperios cambiantes, transformaciones teológicas y nuevas fronteras políticas, manteniendo su papel como lugar de peregrinación, conservación y estudio. Para quienes viajan al Sinaí, representa una rara confluencia de geografía, memoria y sabiduría: un testimonio vivo de tradición acumulada y presencia perdurable.

Cómo llegar al Monasterio de Santa Catalina

El viaje hacia el monasterio suele comenzar por carretera desde El Cairo, a unos 450 kilómetros al noroeste. La mayoría de los viajeros toma una ruta hacia el sur atravesando el túnel de Suez o el túnel Ahmed Hamdi bajo el canal, entrando en la península del Sinaí por la ciudad de Suez. Desde allí, se sigue la carretera 55 por Ras Sedr y se continúa hacia el interior en dirección a las montañas centrales, hasta llegar al desértico pueblo de Santa Catalina, una pequeña y aislada población que sirve de acceso al monasterio.

La última parte del trayecto implica una ascensión gradual al macizo montañoso del alto Sinaí, donde el monasterio se encuentra a una altitud de aproximadamente 1.500 metros. La mayoría de los visitantes llega en transporte privado o en minibuses organizados, y suelen pasar la noche en alguna de las pensiones o modestos hoteles del pueblo cercano.

Para quienes desean realizar la peregrinación hasta la cima del monte Sinaí, existe un sendero bien señalizado que comienza cerca del monasterio y puede recorrerse en dos o tres horas, ya sea a pie o a lomos de camello. Aunque no existe una ruta oficial de peregrinación que conecte todos los sitios monásticos de la región, este itinerario ofrece acceso a uno de los centros espirituales e históricos más antiguos y significativos del Mediterráneo oriental.

Entrada también disponible en: English Italiano

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