Rabí Najmán de Breslov (1772–1810), figura central del jasidismo en Europa del Este, dejó un legado de enseñanzas tan influyente que su tumba en Uman, Ucrania, se ha convertido con el tiempo en el epicentro de una peregrinación anual que no deja de crecer. Su impacto va más allá de los círculos religiosos: su sepultura atrae cada año a miles de personas, especialmente durante Rosh Hashaná (el Año Nuevo judío), en lo que es hoy una de las peregrinaciones judías más visibles y multitudinarias.
Sin embargo, este lugar plantea preguntas fascinantes – incluida la de si realmente alberga su cuerpo – y revela patrones más amplios en la relación entre el espacio, la memoria y la identidad espiritual.
Rabí Najmán: Vida y enseñanzas
Nacido en Medzhybizh (actual Ucrania), Rabí Najmán era bisnieto del Baal Shem Tov, fundador del movimiento jasídico. El jasidismo surgió en el siglo XVIII como un movimiento de renovación espiritual dentro del judaísmo, basado en la oración extática, la conexión personal con lo divino y la guía de líderes carismáticos conocidos como tzadikim.
Rabí Najmán forjó un camino propio dentro del jasidismo, combinando teología mística, introspección psicológica y narración simbólica. Dio gran importancia a la práctica de la hitbodedut – una forma de oración personal y espontánea realizada en soledad – como disciplina espiritual clave. También innovó en el arte del relato, creando cuentos alegóricos cargados de simbolismo, como el célebre “Los siete mendigos”.
A diferencia de otros líderes jasídicos, rechazó la idea de dejar un sucesor formal. Tras su muerte, sus seguidores se agruparon en torno a sus escritos y enseñanzas, y no alrededor de una figura rabínica viva, un hecho poco común en el jasidismo y que se mantiene hasta hoy.

Muerte y entierro en Uman
Rabí Najmán falleció de tuberculosis en 1810 en Uman, entonces parte del Imperio Ruso. Se trasladó allí poco antes de morir, aparentemente motivado por la masacre ocurrida en la ciudad durante el levantamiento de Koliyivshchyna en 1768, cuando miles de judíos fueron asesinados. Expresó su deseo de ser enterrado cerca de esas víctimas, afirmando que ofrecería protección espiritual tanto a quienes descansaran a su lado como a quienes le visitaran.
Su tumba se encuentra en el antiguo cementerio judío de Uman. Aunque la autenticidad del lugar ha sido objeto de debate en momentos de conflicto político, guerras y represión soviética, entre los jasidim de Breslov no existen dudas serias al respecto. La peregrinación comenzó poco después de su muerte, aunque en el siglo XIX tuvo un alcance más local.
La peregrinación de Rosh Hashaná
La peregrinación más importante al sepulcro de Rabí Najmán tiene lugar cada año en Rosh Hashaná, una fecha que él consideraba de enorme relevancia espiritual. Animaba a sus discípulos a acompañarle durante esa festividad, y antes de morir llegó a afirmar: “Mi Rosh Hashaná está por encima de todo”.
Los peregrinos creen que al visitar su tumba en estas fechas pueden alcanzar reparación espiritual, perdón y transformación personal. La experiencia se vive como un retorno colectivo, un momento de examen interior y de contacto con la energía espiritual única del tzadik, considerado en el jasidismo como un canal entre lo divino y la comunidad.
Durante la era soviética, el acceso a la tumba estuvo limitado e incluso resultaba peligroso. Pero tras la caída del Telón de Acero en los años noventa, las peregrinaciones aumentaron de forma espectacular. Hoy en día, decenas de miles de personas viajan a Uman cada año, procedentes no solo de Israel o Estados Unidos, sino también de Europa y otras partes del mundo.
Aunque la mayoría de los peregrinos son jasidim de Breslov o de otras ramas jasídicas, también acuden judíos laicos, buscadores espirituales y personas sin afiliación religiosa. El ambiente es diverso y a menudo se describe como una mezcla de oración intensa, música, bailes y convivencia comunitaria.

¿Es una peregrinación? Una mirada secular
Aunque el viaje a Uman reúne muchos elementos propios de una peregrinación religiosa – espacio sagrado, ritual, fecha señalada –, dentro de la tradición judía no siempre se define así, dado que históricamente se ha priorizado el estudio y la práctica religiosa sobre la devoción ligada a un lugar concreto. Sin embargo, el jasidismo y otras corrientes posteriores han incorporado aspectos más físicos y espaciales a la experiencia espiritual judía.
En este sentido, la “peregrinación” a Uman refleja una evolución en la relación con la geografía sagrada. Para muchos, no se trata tanto de venerar reliquias o tumbas como de establecer vínculos: con las enseñanzas de Rabí Najmán, con otros peregrinos, con el deseo de cambio personal. En un movimiento sin líder vivo, la tumba actúa como centro simbólico y eje espiritual.
El lugar ha sido desarrollado considerablemente en las últimas décadas, con la construcción de sinagogas, casas de huéspedes y mikvaot (baños rituales) para acoger a los peregrinos. El barrio circundante se transforma durante estos días en un microcosmos jasídico, donde se mezclan el yidis y el hebreo con el ucraniano, el inglés y el ruso.
Contexto político y cultural
No han faltado las controversias. A nivel local, las tensiones con los residentes ucranianos han surgido por cuestiones de infraestructuras, comportamiento público y choques culturales. Los gobiernos de Israel y Ucrania han colaborado en ocasiones para gestionar la seguridad y la logística, especialmente en tiempos de inestabilidad o crisis sanitaria, como durante la pandemia de COVID-19 o más recientemente, durante la invasión rusa de Ucrania.
Aun así, la peregrinación sigue adelante, a menudo en condiciones complejas e improvisadas. No es una experiencia cómoda, sino intensa: marcada por el frío, el hacinamiento y la incertidumbre logística. Esa crudeza parece resonar con la espiritualidad de Rabí Najmán, que valora la vulnerabilidad, el anhelo y la imprevisibilidad del trabajo interior.
La peregrinación a la tumba de Rabí Najmán en Uman no es solo una tradición jasídica: es un fenómeno espiritual contemporáneo, con raíces profundas y alcance global. Más allá de aceptar o no su dimensión mística, este encuentro colectivo da testimonio del poder duradero de la memoria, la narración y el lugar en la vida religiosa. La cuestión de si realmente es su tumba resulta, en última instancia, secundaria: el papel que desempeña como foco de devoción, introspección e identidad compartida la convierte en uno de los destinos de peregrinación judía más relevantes de la era moderna.