En un campus situado en la ladera, a las afueras del casco antiguo de Rabat (Malta), el Camino se reveló no como una única senda, sino como una red de voces. Representantes de más de veinte asociaciones jacobeas de toda Europa se reunieron en el St Paul’s Missionary College para celebrar la asamblea general anual de Camino Europa Compostela (CEC), organizada este año por la entidad maltesa XirCammini. El lema del encuentro —“It’s in the journey”— marcó el tono de una jornada llena de diálogos, intercambios y vivencias compartidas.
Aunque Malta se encuentra lejos de los senderos más conocidos del norte de España, su papel dentro del panorama internacional de la peregrinación es cada vez más relevante. Para las decenas de peregrinos, investigadores y defensores del patrimonio que asistieron, el encuentro fue una oportunidad para reflexionar no solo sobre rutas e infraestructuras, sino también sobre el verdadero significado de la peregrinación en un mundo cada vez más conectado… y más complejo.

Repensando el turismo espiritual
La jornada comenzó con unas palabras de Carlo Micallef, director ejecutivo de la Malta Tourism Authority, quien presentó la estrategia nacional del país para el turismo religioso. No la expuso como un nicho limitado, sino como una vía dinámica para conectar con la historia múltiple de la isla. “Malta es un tejido espiritual vivo”, afirmó, subrayando los esfuerzos para apoyar los sitios patrimoniales, eventos y la cooperación internacional.
James Portelli, presidente de XirCammini, dio la bienvenida a los participantes recordando que las peregrinaciones a pie no se tratan solo de llegar a un destino: “Es una forma de mirar – dijo –, de redescubrir paisajes e historias que ya están ahí”.
La peregrinación como continuidad humana
La conferencia magistral de la mañana estuvo a cargo del historiador Dr. Dane Munro, quien abordó la peregrinación como una respuesta humana ancestral ante los cambios vitales y la búsqueda de sentido. Bajo el título “Peregrinaciones que trascienden el tiempo: una perspectiva milenaria”, Munro rastreó los orígenes del caminar sagrado hasta el Paleolítico Superior. Propuso un marco que distingue entre peregrinaciones “basadas en lugares” y aquellas “basadas en rutas”, dos formas que siguen vivas en la Europa contemporánea y muchas veces se entrecruzan.
Su enfoque situó el Camino dentro de una tradición más antigua y amplia que cualquier religión o cultura específica. “La peregrinación responde a necesidades humanas esenciales – afirmó –, ya sea la sanación, la transformación o simplemente el espacio para la introspección”.

Historias del camino
Uno de los momentos más conmovedores del día fue el testimonio del peregrino irlandés Breandann Ó Scannail, quien recorrió a pie la distancia entre la costa oeste de Irlanda y Santiago de Compostela en seis meses, sin GPS, mapas ni alojamientos reservados.
“Caminé hacia el sol y confié en las personas que encontré”, relató. Su viaje fue lento, imprevisible y profundamente humano. “El Camino —dijo— es donde descubres quién eres al atravesar lugares que no conoces”.
Su relato sirvió para recordar que la experiencia del Camino no depende de lo que uno cree, sino de cómo se mueve por el mundo… y de cómo el mundo responde.
Redes y conservación
Durante la jornada, otras voces centraron la atención en la necesidad de estructura, colaboración y conservación. El equipo de Pilgrimaps presentó su trabajo continuo de documentación de rutas de peregrinación a nivel mundial, con el objetivo de reforzar los vínculos entre asociaciones locales. Su proyecto combina mapas digitales con historia oral y busca tender puentes entre instituciones que a menudo operan de forma aislada.
También hubo espacio para el patrimonio local. El Dr. Stanley Farrugia Randon, de la organización Din l-Art Ħelwa, presentó la restauración de la capilla rural de San Mikiel ta’ San Ċir, de influencia árabe-bizantina. Largamente olvidada, esta capilla será conservada como parte de la contribución maltesa al legado europeo de la peregrinación.
Perspectivas sobre el sentido
Una mesa redonda por la tarde, moderada por Sue Sergeant de la Confraternity of Saint James del Reino Unido, exploró los distintos significados del Camino hoy en día: ¿es un acto religioso, un viaje espiritual o un ejercicio humanista? Lo que emergió fue un consenso sobre la flexibilidad: el Camino no tiene un único sentido fijo. Se adapta. “No se trata de lo que crees —dijo una de las panelistas—, sino de lo que estás dispuesto a encontrar”.
Esa apertura se ha convertido en una seña de identidad del Camino moderno, donde personas de distintos orígenes comparten la misma ruta, aunque no siempre los mismos motivos.

Construyendo un futuro compartido
Después, asociaciones del Camino de toda Europa presentaron breves informes sobre sus iniciativas, desde Rumanía, Países Bajos, Andalucía hasta Finlandia. Muchos se centraron en asuntos prácticos: señalización, hospitalidad, educación, continuidad de las rutas. En conjunto, la red reconoce actualmente 286 rutas oficiales del Camino en 28 países, que suman más de 83.000 kilómetros.
Pero el impulso compartido va más allá de los números. Camino Europa Compostela, formalizado en 2023, forma parte de un esfuerzo a largo plazo por coordinar acciones transnacionales, promover el conocimiento histórico y proteger los propios caminos.
Clausura simbólica
La jornada concluyó con un servicio ecuménico en la Concatedral de San Juan de La Valeta, bajo el lema “Peregrinos de la Esperanza”. Se ofrecieron conchas del Camino traídas desde Santiago, que fueron bendecidas y presentadas como símbolo de unidad. Peregrinos como el influencer Johnnie Walker Santiago y voces locales compartieron sus reflexiones, mientras un mensaje del obispo de Compostela reafirmó el papel duradero del Camino en la vida cultural europea.
El tono fue inclusivo y esperanzador, un cierre apropiado para un encuentro que, en el fondo, no trató solo de dónde hemos caminado, sino de cómo estamos eligiendo caminar juntos.