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Así el turismo «halal» está impactando en el mundo

Etiqueta halal en el cristal de un restaurante de Batumi (Georgia) Dmitriy Feldman svarshik - Shutterstock
Etiqueta halal en el cristal de un restaurante de Batumi (Georgia) Dmitriy Feldman svarshik - Shutterstock

En una esquina tranquila de un resort en Tailandia, una familia de Yakarta disfruta de un desayuno sin alcohol ni cerdo, en un comedor donde la música suave no interfiere con la llamada a la oración que suena en altavoces discretos. Mientras tanto, una pareja de turistas del Golfo visita la Alhambra en Granada guiados por un recorrido especializado que entrelaza historia andalusí y espacios para la oración. Lo que estos viajeros tienen en común no es solo el pasaporte: es una forma de viajar coherente con sus creencias. Bienvenidos al mundo del turismo halal.

Aunque muchos asocien el término “halal” exclusivamente con la comida, su significado es mucho más amplio: se refiere a todo lo que es permitido o lícito según la ley islámica. Aplicado al turismo, esto implica experiencias diseñadas para que un viajero musulmán pueda explorar el mundo sin tener que dejar atrás sus valores espirituales y culturales. Y lo más sorprendente: el turismo halal no es un nicho marginal. Es una de las corrientes de mayor crecimiento dentro de la industria turística global.

Más allá del plato: qué significa viajar “halal”

¿Puede un hotel ser halal? ¿Una ciudad, un museo, una playa? La respuesta es sí, si cumplen con ciertas condiciones. El turismo halal no se limita a ofrecer menús sin cerdo o alcohol. Se trata de una experiencia integral donde alojamiento, servicios, horarios y atmósfera general respetan los principios del islam.

Asian Muslim family enjoying breakfast at a hotel
Familia musulmana asiática disfrutando del desayuno en un hotel

Esto incluye espacios dedicados a la oración, privacidad en piscinas o spas con segregación por género, villas familiares con áreas reservadas, entretenimiento sin alcohol, y personal capacitado en sensibilidad cultural. Muchos destinos también adaptan su oferta durante el mes de Ramadán y ofrecen actividades culturales que conectan con la herencia islámica del lugar.

Esta forma de viajar no es una forma de aislamiento, sino una expresión de inclusión, donde la identidad religiosa no es un obstáculo, sino una dimensión más de la experiencia turística.

Un mercado en expansión… y en transformación

En 2023, se estima que 140 millones de turistas internacionales eran musulmanes, y las proyecciones para 2028 apuntan a 230 millones. En términos de gasto, el turismo halal ya mueve más de 250 mil millones de dólares, con previsión de superar los 400 mil millones en la próxima década. ¿Qué está detrás de esta explosión?

Por un lado, la demografía: con más de 2.100 millones de personas, la población musulmana representa cerca del 26% del planeta, y el 70% de ese grupo tiene menos de 40 años. Es decir, un ejército de jóvenes con ganas de conocer el mundo sin renunciar a su fe.

Por otro, la transformación de la industria turística. En los últimos años, destinos no musulmanes como Japón, Corea del Sur, Reino Unido o España han invertido en adaptar su infraestructura y capacitación para recibir con hospitalidad a estos viajeros. Restaurantes con certificación halal, guías en varios idiomas que conocen las costumbres, e incluso playas o spas exclusivos para mujeres, son parte de esta nueva hospitalidad consciente.

¿Por qué importa tanto este cambio?

Porque obliga a repensar cómo se entiende la diversidad en el turismo. Mientras que décadas atrás el mundo del viaje promovía una cierta neutralidad (y a veces, homogeneidad), hoy se reconoce que la pluralidad es una ventaja competitiva. Atender a las necesidades del turista musulmán no solo es una cuestión de respeto cultural, sino una estrategia económica inteligente.

Y esto no solo beneficia a quienes viajan según el islam. Algunas personas no musulmanas buscan hoteles halal por su atmósfera tranquila y familiar, o consumen productos halal por su trazabilidad y ética. La lógica halal está empezando a interesar más allá de su comunidad de origen, como un estilo de viaje más consciente, saludable y centrado en valores.

Iniciativas desde todos los rincones

La expansión del turismo halal ha generado un mosaico fascinante de ejemplos:

  • En Malasia e Indonesia, destinos líderes, se promueven desde rutas patrimoniales islámicas hasta escapadas ecológicas con alojamiento halal.
  • España, con su legado andalusí, se posiciona como un punto de encuentro entre historia y espiritualidad.
  • En Japón, los aeropuertos ofrecen salas de oración, y cada vez más restaurantes exhiben certificaciones visibles para ganarse la confianza de visitantes indonesios y malayos.
  • En Reino Unido, ciudades como Londres y Manchester han desarrollado guías halal para atraer turistas del Golfo que buscan lujo, pero también respeto a su fe.
A restaurant certified halal in Taipei (Taiwan)
Un restaurante certificado como halal en Taipei (Taiwán)

Tecnología y sostenibilidad: los próximos capítulos

El turismo halal no solo crece, se sofistica. Existen apps que muestran la dirección de La Meca, alertan los horarios de oración o permiten filtrar hoteles por nivel de “amistosidad halal”. Plataformas como HalalBooking permiten reservar con precisión según preferencias culturales, y fintechs islámicas están diseñando seguros de viaje y sistemas de pago conformes con la sharía.

Al mismo tiempo, emerge una conexión entre halal y sostenibilidad. El concepto islámico de tayyib (lo puro, lo bueno) alinea los viajes con prácticas responsables: respeto a la naturaleza, comercio justo, turismo comunitario. Así, el turismo halal se cruza con la ecología y la ética, dando lugar a una nueva forma de explorar el mundo: con valores, sin renunciar al descubrimiento.

¿Y el futuro?

La historia del turismo halal está lejos de concluir. Lo más probable es que esta forma de viajar, nacida como necesidad cultural, se convierta en un referente para todos aquellos –musulmanes o no– que buscan experiencias más respetuosas, saludables y auténticas.

El desafío será evitar la superficialidad (el “greenwashing” de lo halal), garantizar estándares claros, y fomentar una capacitación profunda en el sector. Pero las oportunidades son enormes: desde safaris halal en África hasta retiros espirituales en América Latina.

Viajar “según la fe” no es algo nuevo. Pero lo que hace único al turismo halal contemporáneo es su combinación de tradición, modernidad e innovación. En un mundo donde las diferencias a veces dividen, el turismo halal invita a imaginar una industria más abierta, plural y humana.

Y quizá esa sea la pregunta que queda flotando al final del camino: ¿puede el turismo ayudarnos a conocernos mejor, sin dejar de ser quienes somos?

 

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